Es sábado. En tu casa casi todo está en su sitio aunque no gracias a ti.
Pues bien, como ayer cantaste en La Calzada te pusieron el reloj de bonito, los gemelos y demás aditamentos encima de la zapatera, y el reloj de diario quedó guardado fuera de tu vista. El viernes por la noche, después de cantar (habrá que decir algo a no tardar) volvió a su cajita el reloj de las grandes ocasiones, pero el de diario anda él solo pero no tiene patas y no lo puso nadie en el lugar donde pernocta, de manera que cuando te diste cuenta de que no tenias peso en la muñeca ya estabas fuera del portal. Te habías comprometido a estar en casa a las dos y media pero, pensaste, a una mala te arreglabas con la hora del móvil.
No te hizo falta. En el lugar en el que acostumbras a pasar un rato los sábados por la mañana, tomando lo de siempre, se oyen perfectamente las campanadas de las torres cercanas del Oviedo antiguo.
Acababan de sonar los tres toques de las dos menos cuarto y divisas a lo lejos, entre columna y columna, a Paloma Sáinz, candidata del Partido Socialista a la alcaldía de Oviedo. Hacía unos sábados habías visto por la zona a los de Izquierda Unida, quieres decir a los de la izquierda desunida, que son los que arramplaron con el nombre.
Está claro que a las izquierdas les atrae El Fontán, pero nunca habías visto a la candidata por la zona, sí a su marido, que es relativamente habitual de los sábados, dicen que el segundo mejor sueldo del Principado, después del del Director de la Sinfónica, al decir de los bien informados. Te hace ilusión que esté mejor pagada la dirección de una actividad musical que la de un abstracto instituto de desarrollo y promoción o vete a saber el nombre exacto. Los dos mueven algo, uno las manos y el otro los hilos. En fin, puede que esté justificado el sueldo musical, que a buen seguro dará más momentos de placer a los ciudadanos.
Pierdes de vista a la candidata Paloma, que no está de blanco, como recuerda la palabra candidato, sino de verde. Está de verde y te parece que está verde. Se metió en un buen lío electoral. De hecho se perdió entre los tenderetes pero sabes que volverá al pasillo general porque así está previsto en el cuaderno de campaña que le habrá preparado su jefa Angelina. Lleva al lado varios adláteres, adláteres porque van a su lado, así que acabas de escribir una redundancia. Va repartiendo folletos y sonrisas con fecha de caducidad. Piensas que los folletos serán esos que la Junta Electoral mandó retirar o no colocar: nacen muertos. Su sonrisa política también tiene fecha de caducidad. No te resistes al chiste fácil y lo sueltas: ya sería mala suerte que fuera a un concierto y se cantara “Se equivocó la paloma”.
En fin, tu voto no va a decidir nada el día de las elecciones porque ese día tienes previsto estar en La Coruña (no te sale A Coruña) y no vas a poner en marcha la parafernalia del voto por correo. De manera que, por ti, la muy noble, invicta y heroica ciudad puede seguir durmiendo la siesta.
¡Qué suerte está teniendo la derecha en Oviedo durante los últimos veinte años!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario