Hiciste bien en no ir a la conferencia previsiblemente punzante pero pesimista de Sosa Wagner, que iba a disertar sobre “El Estado fragmentado”, y acudir al mítin de Gabino de Lorenzo, alcalde y candidato del PP a la alcaldía de Oviedo.
Gabino ye un “gallu”. Antes de escribir esto consultaste el Diccionario de la Academia de la Lengua, no fuera a ser con y griega. Es con elle. Aprovechas para ver cómo define exactamente al gallu. Encuentras que gallu de la quintana, que ye como se suel decir, es la persona que llama l’atención, que destaca. También: persona que s’empondera a sí mesma faciendo de menos a los demás. Otra: Persona que se fai la valiente faciendo de menos al otru. La última: Persona artera, arremangada.
Gabino te parece una mezcla de todo eso. Te quedas con la primera y la última acepción.
Dijo la presentadora que Gabino iba a mostrar su sentido del humor, y así fue porque entró cojeando al escenario, con un brazo en cabestrillo, con collarín y con la cabeza vendada. Pensábamos que iba a parodiar los rumores sobre su salud, que lo dan por acabado, pero en esta representación teatral eran secuelas de haberle atropellado el tranvía que el Partido Socialista incluyó en el programa electoral. Con esta entrada ya se ganó al público.
Justificó ser el único orador de la tarde para desquitarse de que cuando viene Rajoy, entre las músicas, los aplausos y la fanfarria, le comen su tiempo.
Cada poco pedía que le pusieran la música del PP e iniciaba unos pasos de baile sobre el escenario. Contó anécdotas del día que se afilió al Partido Popular, de cómo se pasó a la política municipal porque, según él, ya había llegado al techo técnico en su empresa, UNINSA, después ENSIDESA, ya que a partir de ahí los puestos directivos eran para afines al partido de entonces en el gobierno, que no citó por su nombre. Contó cómo compraba en aquella época el ABC, que era el que atizaba al gobierno, y recortaba las frases que zurraban a Felipe para meterlas él a calzador en sus intervenciones, hasta que alguien le asesoró que dejara eso para otros y que se dedicara a la oposición municipal.
Siguió con su primer mítin, en una tienda mixta de Faro o de Limanes, en donde cuando llegó, se encontró únicamente con un tratante de ganado que estaba allí de paso, esperando para descargar un camión. Y aprovecharon para tomar un whisky.
Contó con gracia cómo cuando inauguraron la Losa, el presidente de Renfe, que era más simpático y con más estilo que… (déjalo ahí, que te lanzas), decía Gabino que el presidente de Renfe, Corsini, al ver el tirón popular, le dijo que solo le faltaba hacer un milagro, y acto seguido un paisano se levantó de la silla de ruedas para darle un abrazo.
Por allí estaba el Deán Pandavenes, que fue profesor tuyo de Lengua, con su torpe aliño indumentario, que diría Machado; con él Severino Zaragoza, de la patronal de los comerciantes de la capital; Cosmen Adelaida cuya sociedad Jovellanos Siglo XXI, que construye el Palacio de Calatrava, fue elogiada por el alcalde. Al hilo del Palacio contó cómo el Partido Socialista votó siempre en contra de la obra en cuantas votaciones hubo en el Ayuntamiento, pero cómo en el acto de entrega de unas oficinas de ese Palacio a la Administración Regional socialista se habían citado allí para las fotos más socialistas que populares.
En fin, que lo pasaste tan bien que merecía que le hubieras aplaudido algún chascarrillo.
Por suerte no vas a estar en Oviedo el día de las elecciones, lo que te evita un problema de conciencia.
2007/05/25
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