2020/06/30

LA TRAZABILIDAD, EL CORONAVIRUS, LOS ESTIGMAS.

Uno dedicó unos cuantos años de su vida laboral a la Calidad. El mundo de la calidad tiene sus modas y, por encima de ellas y quitando la hojarasca, querría ver lo que de positivo hay en cada moda. En alguna época se habló mucho de la trazabilidad, que es palabra que a algunos ofende, pero se refiere a cosas de cajón: cómo seguir la pista de cada componente de una galleta hasta que llega a la taza; como se documenta y prueba qué personal trabajó en un tren al que le pasó algo (o qué rueda se le cambió y en qué taller y qué brigada) y alguien pregunta pasados seis meses.

Un sinónimo de trazabilidad es rastreabilidad. Rastreabilidad y coronavirus ya suenan algo más.
A uno le sorprendieron los positivos del edificio de Santander porque en general en los edificios la vida comunitaria es mínima. Después se enteró de las circunstancias que concurrían.

Hubo otros grupos de positivos que se trataron con un extraordinario respeto en la prensa seria, con tanto respeto que para conocer las circunstancias hay que leer entre líneas. Uno encuentra más detalles cuando se habla de los contagios ocurridos en Alemania o en Brasil que en los de aquí. Quizá para enterarse de lo nuestro haya que volver a sintonizar Radio Pirenaica o Radio París.
Uno cree que los medios tienen que informar y no autocensurarse. Los medios serios no tienen por qué estigmatizar a nadie. Informar no es estigmatizar. Allá cada uno con las conclusiones que saque de dichas informaciones.

Uno querría conocer las circunstancias de los grandes grupos de positivos que se dieron y se dan, porque así uno puede tomar medidas de autoprotección y heteroprotección independientemente de las obligatorias. Sobre todo los epidemiólogos y en definitiva los políticos (que son los que firman las normas) en base a esa trazabilidad o rastreabilidad deberían reajustar las medidas inicialmente aprobadas porque puede que unas resulten laxas y otras exageradas. Se trata de no castigar a toda la clase y a todas las clases. O, si se quiere ser un poco más moderno, aplicar la evaluación continua.

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