2020/06/21

NOSOTRAS QUE NO SOMOS COMO LAS DEMÁS, de Lucía Etxebarria

Como las bibliotecas, de las que te surtes habitualmente para tus lecturas, se rigen por normas tan curiosas de cuarentena, no tienes más remedio que echar mano de las reservas domésticas de libros, que fueron llegando en diversas épocas de la vida. Le toca el turno a unos relatos de Lucía Exteberria, a la que hasta ahora seguías únicamente por algunas columnas que publica o publicaba en la prensa y por sus declaraciones y posados provocativos.

El libro se compone de dieciséis relatos de variada extensión que reflejan las experiencias amatorias de cuatro mujeres y algún hombre, aunque el papel de estos, con ser imprescindible, no es el principal.

La ilustración escogida no puede ser más acertada: trata de asuntos de taladro, siendo la mujer la que maneja el aparato y apunta a lo alto.

Se describen las aventuras de las cuatro protagonistas y desde su respectivo punto de vista: encuentros y reencuentros sexuales con el primo inglés pelirrojo; triángulos varón-mujer clásica-amante; mujer-mujer; vigilante de piscina-mujeres. En cualquier caso se recogen aventuras no buscadas. Son como el resultado de la fatalidad.

- Lo que nunca has querido entender, Raquel, es que no vivimos las historias, sino que son las historias las que nos poseen. Y no nos está dado elegir los finales. 

Los primeros relatos son monotemáticos, tiene al sexo como exclusivo protagonista. Sin embargo, en capítulos sucesivos, el sexo, sin perder su centralidad, comparte tema con otras reflexiones originales, como los desdoblamientos de la personalidad, los distintos yoes (en la cama hay tres personas: El y dos Elsas con las que hace el amor), adicciones más que atracciones o, por ejemplo, cómo algunos varones aparentemente triunfantes en las conquistas eróticas, pasan a derrotados al enterarse de que fueron objeto de recreo.

- Va a haber que llevar hoy mismo esta colcha al tinte...Gracias a dios los niños no se han despertado -dijo como para sí misma-. Procura salir sin hacer ruido. Por cierto, por hoy pase, pero a partir de ahora usaremos preservativo. 
Añadió. Y entonces algo se le desinfló a Eduardo por dentro al comprender que, en realidad, ella le había estado dirigiendo todo el rato.



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