2020/06/27

MISERICORDIA, de Benito Pérez Galdós

Galdós escribe ya con una prosa actual. Sus novelas, ambientadas en su tiempo, nos resultan, sin embargo, muy cercanas. Los diálogos son vivaces, actuales, y hasta cheli. La edición en la que leíste el libro incluye unas absurdas notas a pie de página de giros o palabras que se entienden perfectamente: pegar la hebra, caletre, en un tris, mieditis, espichar, bigardón.

La novela tiene un número reducido de personajes principales, casi todos ellos pertenecientes a una familia venida a menos y algunos otros que pululan alrededor.

Sobre la chimenea, nunca encendida había un reloj de bronce con figuras, que no andaba, y no lejos de allí un almanaque americano, en la fecha del día anterior. 

Algunos de los personajes principales son objeto de magistrales descripciones como la buena de Benina, criada pobre que se desvive por una dueña sin ningún espíritu; la de don Frasquito, señorito en caída libre, o la del ciego Almudena. Los historiadores sociales seguro que agradecen la pintura de sus habitáculos lóbregos, sus ropones, sus costumbres culinarias y hasta el valor monetario de las cosas.

La novela se debate entre las añoranzas de un pasado que no hubo y un futuro que se pinta imposible. Trata de mendigos pedigüeños (entre pedir gimiendo y rezar bostezando se les pasaban las tristes horas), buscavidas, embaucadores, próximos en algún caso a un pícaro bueno, que pasan la vida en la calle, que no saben cómo se las van a arreglar para la comida de la noche o dónde van a poder dormir, pero que se compadecen y socorren unos a otros. Hasta hay quien se enamora perdidamente, consiguiendo una sonrisa melancólica del lector.

No dejaba de echar también un vistazo a los restaurantes y en general a las tiendas, que en su larga vida de penuria bochornosa había mirado con desconsuelo.

Las tornas cambian, la señora venida a menos es agraciada por la fortuna, pero por su falta de carácter, no es capaz de socorrer a Benina, ingratitud que ni siquiera esta le reprocha, dando lugar a un final de moraleja demasiado explícita.

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