2010/07/02

REMOVER CONCIENCIAS

Estás en Teverga (o Teberga, por contentar a todos) en donde vais a dar un concierto patrocinado por Cajastur a partir de la una y media de la tarde después de la misa. Para aprovechar el viaje, propusiste que os podíais ofrecer al cura para cantar la misa; de paso alguien más se quedaría a escucharos. Aceptado.

La iglesia de Teverga es pequeña y muy estrecha. Por la disposición del espacio no hay más remedio que cantar la misa detrás del cura. No tendría nada de particular si no fuera por la particular homilía porque no es lo mismo oír la homilía, esta homilía, de frente, sentado, a una prudencial distancia, que respirarla junto a él, un poco por detrás, a metro y medio.

Viene a cuento decir que el padre Alfaro es un cura sudamericano impetuoso, recién ordenado. Se entenderá mejor el duro alegato que pronunció en contra de las residencias de ancianos en general y de los hijos que llevan allí a sus mayores y los van a ver una vez al mes en sus autos a darles una vueltecita, en sus palabras. Insistió hasta la saciedad, en medio de un tenso silencio, en el efecto boomerang del cuidado de los hijos a los padres y de cómo lo que ven que en casa hacer a su padre con el abuelo, lo hará él cuando llegue la hora.

Los nervios estaban llegando al estómago. Por algún momento pensaste que alguien iba a saltar o a abandonar la iglesia. ¿Pero no termina todavía? Cuando acabó no os atrevíais ni a miraros.

No es lo mismo oír ese alegato de frente que a su lado, sintiendo el énfasis.

Al final, como despedida intercambiaste unas palabras para decirle que estuvo realmente duro.

- Cuanto toca, toca.

Fue la comidilla durante la comida. En todas las mesas hubo debate:
- Que será así en su país.
- Que a ver si cuida él a sus padres o lo deja a sus hermanas.
- Que de buena gana estarían los padres con uno, pero que no hay sitio en casa.
- Que trabajando los dos no hay manera.
- Que no se puede generalizar.
- Que no se puede pasear a un perro y no pasear a un padre.
- Que hay otros hermanos con una casa más grande.
- Que el hijo X pidió traslado para no verse en el compromiso de llevar a sus padres con él.
- Que si los suegros murieron en una residencia, no va a traer a hora a los padres.
- Que tiene razón aunque remueva conciencias…o tripas.


En el mismo comedor, una familia celebraba las bodas de oro. Les dedicásteis una canción porque allí había "un galán". ¿Tratarían también en esa mesa el mismo tema?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esas excusas son todas las que se dán para dejar a los padres tirados en un asilo......los padres no tuvieron ninguna excusa para dejarlos tirados en la parva cuchu como merecen.Esi cura tién más razón que un santu.

mariano santiso dijo...

Cruda realidad.Un abrazo

Anónimo dijo...

no sé si los comentarios hubieran sido los mismos en el caso de que el sacerdote fuera del "país".
Y si alguien se sintió ofendido es que no supo escuchar.
Dijo lo que dijo, y además bien refrendado por la ley de Dios:
"Honrarás a tu padre y a tu madre"
A partir de ahí las diferentes circunstancias e imponderables marcarán lo que deba hacerse, pero lo esencial es lo esencial.
Juvenal

Anónimo dijo...

Sin haber oído el sermón, sólo con tus palabras, me pongo en situación y le doy la razón al cura. Todos somos hijos porque tenemos padres, naturales o adoptivos. Lo de tener hijos es una cosa más opcional, es decir siempre eres hijo, pero no siempre eres padre. Y tener un hijo no garantiza que te cuiden cuando llegue a mayor, cuando seas dependiente. Hay pocas residencias de la seguridad social, hay muchas más residencias privadas que tienen un precio impagable para muchos viejos, con sus pensiones, sin la ayuda de sus ahorros (si los tienen) de la venta de su casa, o de la ayuda económica de sus hijos (si se comprometen y no se desentienden). Cuando no podamos valernos solos, a ver quién nos cuida. La cosa se pone peor si quedamos viudos.
Se hacen manifestaciones para reivindicar pensiones justas. No se de ni una reivindicación para mejorar la calidad de vida de nuestros padres dependientes.
Suecia es un país de poco más de nueve millones de habitantes en el que todas las residencias son públicas, o tienen todas sus plazas concertadas con la administración. Su tradición de atención social desde la administración les ha llevado a disponer de unos servicios de atención domiciliaria que cubren todas las competencias sobre atención social, que recaen sobre los ayuntamientos y los servicios sanitarios en las provincias. El modelo de atención pública se va deslizando hacia otro de financiación pública y prestación privada. Así, las empresas han empezado a prestar servicios de atención domiciliaria y residenciales bajo el principio de “libertad de elección”: el ciudadano tiene derecho a recibir el servicio y a elegir al proveedor. Lo curioso es que no se tiende a la atención privada para obtener una rebaja importante en el coste sino para potenciar la competencia entre proveedores y la opción del beneficiario.
El modelo sueco de residencias de tercera edad está mucho más evolucionado que el español (los servicios sociales nacen en Suecia en el siglo XIX) y los propios suecos consideran que hay que cambiarlo para adaptarlo a la situación actual.
¿Qué hacemos con nuestros mayores? Y allá cada uno con su conciencia