Madrugaste este sábado para leer un libro y para que te diera tiempo de otra serie de actividades sabatinas habituales de similar valor añadido, o sea de rendimiento económico cero. La última vez que habías leído algo de ese autor eras todavía menor de edad. Era un libro de la Colección Austral, autobiográfico, de pastas anaranjadas por lo tanto, como eran los de ese tipo de dicha colección, que debe andar por el trastero. Lo habrías leído seguramente durante el curso que iría a continuación de un verano que fuiste a cambiar de aires a Calzada del Coto, al pueblo natal de tu padre. Vete a saber qué dolencias tendrías entonces (de amores, no) que durante dos veranos tu madre te mandó quince días a respirar los aires castellanos. Un año te tocó Ávila, con familia materna, y otro Calzada, cerca de Sahagún, con la familia paterna.
Pues bien, el día en el que ya te venías para tu tierra asturiana, viste en la estación, no recuerdas si esperando a alguien o esperando para viajar, a una chica joven, seguramente de tu edad, y que llevaba algo rojo. No recuerdas más, solo que era muy guapa. Pues bien, unos meses después leíste un relato del mismo autor que esta mañana del sábado en donde aludía genéricamente a esa chica que encuentras alguna vez en una estación y de las que no te olvidas en el resto de tu vida. Dio en el clavo contigo. Hasta hoy, solo que ya no recuerdas a la chica, solamente recuerdas el recuerdo, ¿y qué es recordar un recuerdo?
En el estudio previo de este libro sabatino, se reproduce el siguiente retazo autobiográfico del autor, anarco e iconoclasta en sus tiempos jóvenes, pero como vivió más de noventa años tuvo tiempo de cambiar de opinión.
“Esta noche en El País me ha llevado Fuente a un rincón y después de una preparación laboriosa –completamente inútil, puesto que yo ya veía venir el golpe hace días- me ha dicho que no puedo seguir escribiendo mis crónicas, porque los suscriptores se quejan de mi independencia de pluma… que convenía dejar transcurrir algún tiempo.. que … Lo que yo no sabía es que ayer salió un suelto en la edición de provincias diciendo que se prescindía de mi colaboración por mis opiniones sobre el matrimonio y la propiedad”.
No sabes quién habrá sido este tal Fuente, pero sí sabes que aquel País no es El País de hoy sino el de igual nombre de primeros de siglo. En aquél País/país, como en éste, a algunos columnistas se les vetaba/veta por la espalda, con similares argumentos ayer y hoy. Aclaras ya de una vez que estás hablando de Azorín, del que te dispones a leer LA VOLUNTAD, que dicen que es su mejor novela. A ver. De momento no llegaste todavía al final de la introducción.
Leíste en el periódico del día anterior que el sábado estaba Rajoy en Oviedo y que a las doce de la mañana tenía un mítin en el Auditorio. Si fuera otro día, irías, pero este sábado te dijiste que no perdonabas la visita al Fontán. También leíste que estaba Rosa Díaz a las doce y media en el Hotel España. El Hotel España te pilla de paso y tuviste intención de ir, pero héteme aquí que cuando te estabas preparando para salir de casa, te dicen a toque de corneta que hacía falta ir a medir un piso que está próximo a amueblar. Te quedaste con las ganas de escuchar que ideas tenía Rosa Díaz para la crisis inmobiliaria, aunque seguramente nadie del auditorio esperaría que fuera hablar de economía sino de la nación.
Al final la medición inmobiliaria fue rápida y pudiste ver y oír un poco a Rosa Díaz, lo suficiente para sacar una foto a traición y por la espalda. Estarías un minuto y en ese minuto pronunciaría la palabra España una docena de veces. Pero seguramente alguien te podrá contar lo que dijo, de lo que la prensa informó bien poco.
Ya en el Fontán leyendo las inevitables esquelas te enteras de que hace dos años que murió Secundino Oyono-Agoung, antiguo compañero tuyo en la Facultad de Derecho, del que alguna vez te preguntaste qué habrá sido de él, que hacía tiempo que no lo veías. Resulta que murió en Camerún y navegando por internet te enteras de que llegó a ser ministro del gobierno guineano. Como la fe de los africanos está más fresca y es más sencilla, su familia de Oviedo todavía le honra en el segundo aniversario de su muerte.
También el partido de Rosa Díaz tiene la frescura de lo que empieza, pero si llega a crecer, tendrá que pactar, recibir subvenciones, participar en comisiones, ocupar cargos… y ahí se acabará la inocencia.
2 comentarios:
Tengo un par de pins-chapas de las que UPD regaló en su conferencia en León, esta vez en el Hotel París, con origen en la oficina de AEGEE la tarde anterior... Y es que tenemos al canditato 1º por León como socio de nuestra asociación, y exmiembro de mi Junta Directiva (abandonó por motivos de trabajo, no podía compaginar, ya que ahora es el director de la oficina de asociaciones de la Universidad de León)... Ahi le tenemos, y con 35mil votos, le mandamos al Congreso... y además, el 3º en la lista, es nuestro responsable de Actividades Locales... así que puedo asegurar que mi voto lo daré al partido que tiene pegatinas rosas, fuera de bromas de "osea" pero que no sé si alguien lo pensó antes, que color rosa, para Rosa Díez. Como ellos dicen, "si ya estás harto de PSOE, de PP... vota a otros... y esos son los de """Rosa""""
http://www.libertaddigital.com/index.php?action=desanoti&cpn=1276321089
Dese luego vaya mañana de sábado más aprovechada. Ya me gustaría a mi ser tan organizado.
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