2008/02/20
EL MALO DE LA PELÍCULA, por Inaciu Iglesias (en EL COMERCIO)
http://www.elcomerciodigital.com/oviedo/prensa/20080220/opinion/malo-pelicula-20080220.html
«OBRERU despedíu, patrón colgáu». Pintadas como esa eran las que yo veía de chaval cuando iba al colegio. Ya ven el panorama. Desde entonces, los tiempos cambiaron algo, es verdad. Pero tampoco tanto. Es probable que ahora ya no se considere al empresario como alguien que está ahí exclusivamente para contaminar y para enriquecerse a costa de los demás. Algunos llegan incluso a admitir que crean riqueza y empleo. Hasta los políticos presumen de incentivar a los inversores, de fomentar la aparición de nuevos emprendedores o de organizar homenajes a los veteranos... Sí, sí, todo eso es verdad. Pero si las cosas salen mal; si es necesario un ajuste en la economía doméstica para llegar a fin de mes; o, simplemente, si los tiempos son duros, todos le seguimos echando la culpa a los jefes. A los patrones porque pagan poco. A los bancos porque cobran mucho. O a los políticos porque no mandan nada o porque mandan demasiado. Pero, repito, nunca a nosotros mismos. Nunca. Siempre «a los de arriba». Hombre, es evidente que cuanto más se sube en la escala de responsabilidad, pues eso, más responsabilidad se va adquiriendo. Pero si de verdad estamos construyendo una sociedad más equitativa, la igualdad también tiene que venir en el reparto de las cargas. De lo que damos y de lo que asumimos. Por supuesto esto no es fácil en absoluto. Nadie quiere asumir deberes, pero todo el mundo exigimos derechos. Todos nos apuntamos a las victorias; pero nadie asume como propias, ni da la cara, por las derrotas. Miren, si no, las noches electorales. Pero, en fin, nada de esto es nuevo. Los verdaderos problemas se rumian en soledad. La responsabilidad siempre es personal. O, como decía mi abuela, «la culpa quedó soltera, porque nun tuvo quien la quixera».
Sin embargo; asumiendo que todo esto es así; en el caso concreto de los empresarios yo detecto demasiadas cosas que no me gustan. Hay demasiados desequilibrios; demasiados prejuicios. Volviendo al tema de las pintadas, no recuerdo haber visto nunca esos juicios de valor tan brutales respecto a ningún otro colectivo profesional. Nunca. Por eso recalco que se está siendo demasiado injusto con los empresarios. A ningún patrón le gusta despedir a un obrero. Por supuesto, a ningún obrero le gusta que le despida un patrón. (Todo despido viene precedido de un fracaso. A veces de las dos partes; a veces de una sola). Pero proponer como solución; para seguir con los refranes; la de «muerto el perro, se acabó la rabia» me parece muy sintomático, muy frívolo, muy suicida. Efectivamente, podríamos 'colgar' a todos los empresarios y así no tendríamos más obreros despedidos. Más que nada porque no tendríamos empresarios, ni obreros, ni nada. Eso sí, pensándolo bien, tendríamos un montón de autónomos; y de funcionarios... así que, ustedes mismos.
Los empresarios no son; no somos; el único colectivo profesional que comete errores. O que hace mal su trabajo. O que toma decisiones arriesgadas, algunas muy impopulares, pero que, a la larga se demuestran correctas. Los dentistas, los fontaneros o los abogados; por poner tres ejemplos; también tienen mucha responsabilidad. Y una equivocación suya, o una mentira, o un fraude, pueden cambiar la vida o afectar al bolsillo de muchas personas. Y mucho. Sin embargo, nunca vi en las paredes cosas como «Empaste dolorosu, dentista aforcáu», «Grifu pingando, fontaneru fusiláu» o «Pleitu perdíu, abogáu torturáu». ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir? Pues eso; que esta sociedad es muy injusta.
Ser empresario no es fácil. Tampoco lo es ser fontanero, dentista o abogado; por supuesto. Pero, a diferencia de estos tres colectivos, el empresario tiene que luchar contra una serie de prejuicios y de legislaciones que presuponen que él es el culpable. El fraudulento, mientras no demuestre lo contrario. El que siempre despide de manera improcedente. El que debe demostrar y volver a demostrar cada una de las causas. El malo de la película, vamos. Y así, en ocasiones, le resulta muy difícil hacer bien su trabajo. Porque el trabajo de un empresario consiste, básicamente, en tomar decisiones arriesgadas en un entorno inseguro. Decisiones que, más que acertadas o equivocadas, deben ser equilibradas. Y donde hay prejuicios deja de haber equilibrio. Donde hay malos de la película la verdad tarda más en aflorar. Y donde hay irresponsabilidad; o toda la responsabilidad bascula hacia un lado; es mucho más difícil alcanzar el punto medio. Y avanzar. A lo mejor por eso hay tanto paro en España.
Pero, en fin, no estamos solos. Algunos dentistas, fontaneros o abogados, además, también son empresarios. Les acompaño en el sentimiento.
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1 comentario:
Que te den, Inaciu. Acuerdate de repartir cuando estes en Tazones fartandote de mariscu.
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