Cuando giraste la cabeza, la toalla, la camisa y los playeros ya estaban así y allí. No te fijaste en su propietario. Necesariamente tiene ser un hombre austero. Estás con él. Entre Góngora y Quevedo, te quedas con Quevedo. Entre el gótico y el barroco, con el gótico, y si pudieras elegir, con el románico, cuanto más sencillo mejor.
Cuando la moda de las playas desaparezca, quedará lo mínimo: un hombre bañándose, una toalla para secarse, una prenda para taparse, un calzado. Es posible ser un asceta de la playa en medio de la multitud.
Llega sin móvil, sin música, sin nada, con poco más que su cuerpo, que llevó al mar. No es un abandonado, dobla sus prendas con cuidado. Si el viento las mueve no es culpa suya. Él hizo todo lo posible por mantener el orden.
La vida es sencilla, pero a veces la hacemos complicada.
1 comentario:
Sí ya! Y la tumbona, la sombrilla, el periódico, la gorra, las gafas, la crema protectora, la cartera, el pañuelo, las revistas de hace 2 años... Ya ya...
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