2019/09/04

LUIS ENRIQUE

Fue proverbial la discreción con que la prensa trató la enfermedad, finalmente fatal, de la hija de Luis Enrique. Se supuso, porque nunca se supo con seguridad, que se apartó de la selección nacional de fútbol. por la grave enfermedad de alguna de sus hijas. Fue inútil rastrear la información que pudiera colgarse en internet, ni siquiera a nivel de rumor. Llegó a circular y se llegó a dar por bueno que su hija mayor había sufrido una caída de un caballo (es una amazona notable) y había quedado tetrapléjica. Incluso se dijo que estaba ingresada en el famoso centro de Toledo. Se rumoreó también algo de un cáncer de esa misma hija o de otra. Nada llegó a saberse antes del fatal desenlace.

La prensa respetó a Luis Enrique, pese a no ser plato de devoción de muchos por sus modales directos. Cuando se quiere se puede. Hay más ejemplos, tanto por la prensa como por los famosos.

Otro detalle que quieres destacar es el ejemplo, más que de conciliación, de priorización de los valores de Luis Enrique. A poco más se puede aspirar después de ser seleccionador del combinado nacional, y haber dirigido antes un gran club como es el Barcelona. Llegado el momento, Luis Enrique renunció a los laureles (sin descartar el fracaso) por la familia. Claro que la posición económica facilita la elección, pero en absoluto quieres quitar un ápice de su mérito.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy de los que piensan que las desgracias personales y familiares han de quedar en el círculo más íntimo como señal de respeto. Hay acuerdos tácitos de respeto y hay quien vende todas sus intimidades. Hay famosos que las venden exclusivas.
Se venden biografías de Einstein, de Picasso, de Ochoa, de Fuster, pero hay quien elige conocer la vida de los famosos que nos descubre Telecinco, o las de los personajes que nos presenta la Sexta y otras Tv.
Los espectadores eligen. Hay gente que disfruta con el morbo, como hay gente que disfruta con la pornografía mala. El desnudo y el erotismo es de lo más noble. Pero no todo el mundo debe exhibirse en una zona nudista, porque acaba con todo el erotismo de quien le/la mira.
Ese manual de estilo también debería respetarse, al igual que para las construcciones gramaticales, para las construcción de la sintaxis de la imagen y de las cosas que deben hacerse públicas y de las que no deben salir a la luz.
Qué fue de Dolores Vázquez, la falsa asesina de Rocío Wanninkhof? Los Medios crearon el espectáculo, la culpabilizaron, la condenaron, la lincharon. Pasa igual con los políticos de un partido imputados, una denuncia aunque sea falsa, que se utilizan políticamente para rentabilizarlos por el otro partido y se encubren otras corrupciones si los políticos son del partido en el poder. Y aquí juega el poder de los medios de comunicación pagados con el poder político, aunque esté en la sombra.
Bien por el respeto de algunos periodistas, de algunos medios. Mal por la manipulación de nuestras conciencias.

Anónimo dijo...

Quien vive de dar (vender) noticias , aprovecha cualquier indicio para publicar a los cuatro vientos la verdad (o la mentira) del caso. El tenor español tiene fama de seductor, pero todavía está por demostrar que sea un acosador. Se habla de que Plácido Domingo podía dañar las carreras de las acusadas si lo rechazaban; un componente que agrava singularmente el asunto, porque introduce el abuso de poder. Hay que recordar que Patricia Wulf, la primera denunciante que consintió en que se diera su nombre, reconoció que, a pesar de su negativa a ceder ante Plácido Domingo, su carrera no se resintió por ello.

Actitudes como las de la Orquesta de Filadelfia o la Ópera de San Francisco, que cancelaron en el primer minuto sus compromisos con Plácido Domingo sin comprobar la veracidad de las acusaciones ni escuchar la posible defensa del tenor, son fruto, sin duda, de esa dictadura de lo políticamente correcto y del ambiente creado por movimientos como el #MeToo, tan necesarios como exprimidos. El escudo de lo políticamente correcto es el que permite que acusaciones de esta naturaleza hagan zozobrar la honorabilidad y arruinar la carrera de un artista (aunque en el caso de Domingo nadie puede ya arruinarla).

Plácido Domingo ha tenido siempre fama de seductor, pero todavía está por demostrar que sea un acosador, y hay quien ya lo ha condenado por el simple hecho de haber sido acusado. Lo «políticamente correcto» dice que Plácido Domingo es culpable mientras no se demuestre lo contrario. Lo «correcto» a secas dice que Plácido Domingo es inocente mientras no se demuestre lo culpable. Lo demás es, como ha dicho Ainhoa Arteta, caza de brujas.