Lees en EL PAÍS la noticia de que una mujer murió de un aneurisma después de deambular por cuatro hospitales catalanes. La familia intenta relacionar la muerte con los recortes sanitarios. No sabes si, dándose o sin darse cuenta, tu periódico nacional de cabecera intenta defender el vídeo del PSC/PSOE que tanto escándalo originó estos días en el que se distinguía la imagen de un muerto en una camilla, después de los recortes presupuestarios.
Tú, sin embargo, miras detenidamente una de las fotografías y te fijas especialmente, no en la foto de la mujer desgraciadamente fallecida, sino en las manos que sostienen la foto. No sabes si esas manos fueron las mismas que acompañaron a la infortunada en su peregrinaje por distintas urgencias, por distintas áreas de admisión, quizá catalanoparlantes, quizá hispanoparlantes, no importa ahora mismo porque no fue la discriminación lingüística la que operó aquí.
Piensas si además de todo el cúmulo de errores o imponderables o contratiempos o gajes del destino, no habrán influido esas manos que imploraban una solución, y si esas manos no irían solas, si llevarían aparejado un cuerpo y un aspecto.
Te das un toque de atención a ti mismo por si alguna vez rechazas una demanda o prejuzgas una cuestión simplemente porque la presentan unas manos que alguna vez se quedaron con algo entre las uñas.
Tú, sin embargo, miras detenidamente una de las fotografías y te fijas especialmente, no en la foto de la mujer desgraciadamente fallecida, sino en las manos que sostienen la foto. No sabes si esas manos fueron las mismas que acompañaron a la infortunada en su peregrinaje por distintas urgencias, por distintas áreas de admisión, quizá catalanoparlantes, quizá hispanoparlantes, no importa ahora mismo porque no fue la discriminación lingüística la que operó aquí.
Piensas si además de todo el cúmulo de errores o imponderables o contratiempos o gajes del destino, no habrán influido esas manos que imploraban una solución, y si esas manos no irían solas, si llevarían aparejado un cuerpo y un aspecto.
Te das un toque de atención a ti mismo por si alguna vez rechazas una demanda o prejuzgas una cuestión simplemente porque la presentan unas manos que alguna vez se quedaron con algo entre las uñas.
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