http://www.lavozdeasturias.es/asturias/oviedo/Fallece-Dean-Catedral-Oviedo_0_436156527.html
Por tu vida pasa gente de grato recuerdo, de la que, sin embargo, pocos datos concretos puedes aportar, porque son como una pincelada impresionista. Son esa imagen, esa frase, ese gesto, y ya está, no hay más.
Pandavenes te dio Literatura o Lengua, no recuerdas cuándo, tendrías que mirarlo en los viejos catálogos colegiales. Lo miras, ves que era profesor de Lenga Española y de Lengua Griega. No, griego no te dio porque ese era Don Agustín, así que tuvo que ser Lengua Española. Pudo ser en cuarto de Bachiller o pudo ser en COU. ¿Cómo es posible que no te acuerdes?
Don Ángel Pandavenes, con su clerygman y el eterno traje gris gastado, era de andar y verbo pausados, buscaba las palabras, matizaba las frases, lógico en la disciplina que impartía; se le tomarían fácilmente apuntes si tal fuera la costumbre de la época, que no era el caso, porque se estudiaba por el libro de texto. Buen criterio, opinas, porque ¿a qué obligar a apuntes que no son superiores a manuales disponibles en el mercado?
Alguien, quizá él mismo, habló alguna vez de Machado, Don Antonio, y golpe a golpe, verso a verso, os habrá dicho que el poeta sevillano era un tanto abandonado en cuanto al porte externo, por ejemplo que cuando fumaba iba esparciendo sin mayor cuidado sobre la solapa la ceniza que volaba del cigarro.
Como vieras en alguna ocasión a don Ángel ese mismo gesto, para ti quedó asociado para siempre al Machado del torpe aliño indumentario.
Más tarde ocuparía importantes puestos en el escalafón diocesano hasta ejercer varios años de deán, pero le veías con esa mueca de desencanto que queda tras la eterna pelea con los proyectos, con las burocracias y con los dineros cuando sabes que eso no es lo tuyo y estás deseando que se aparte de ti ese cáliz.
De entre todas las facetas de su vida, mira en la que te vas a fijar, en el torpe aliño indumentario.
Buena persona, Don Ángel, descanse en paz.
(Queda su voz)
Por tu vida pasa gente de grato recuerdo, de la que, sin embargo, pocos datos concretos puedes aportar, porque son como una pincelada impresionista. Son esa imagen, esa frase, ese gesto, y ya está, no hay más.
Pandavenes te dio Literatura o Lengua, no recuerdas cuándo, tendrías que mirarlo en los viejos catálogos colegiales. Lo miras, ves que era profesor de Lenga Española y de Lengua Griega. No, griego no te dio porque ese era Don Agustín, así que tuvo que ser Lengua Española. Pudo ser en cuarto de Bachiller o pudo ser en COU. ¿Cómo es posible que no te acuerdes?
Don Ángel Pandavenes, con su clerygman y el eterno traje gris gastado, era de andar y verbo pausados, buscaba las palabras, matizaba las frases, lógico en la disciplina que impartía; se le tomarían fácilmente apuntes si tal fuera la costumbre de la época, que no era el caso, porque se estudiaba por el libro de texto. Buen criterio, opinas, porque ¿a qué obligar a apuntes que no son superiores a manuales disponibles en el mercado?
Alguien, quizá él mismo, habló alguna vez de Machado, Don Antonio, y golpe a golpe, verso a verso, os habrá dicho que el poeta sevillano era un tanto abandonado en cuanto al porte externo, por ejemplo que cuando fumaba iba esparciendo sin mayor cuidado sobre la solapa la ceniza que volaba del cigarro.
Como vieras en alguna ocasión a don Ángel ese mismo gesto, para ti quedó asociado para siempre al Machado del torpe aliño indumentario.
Más tarde ocuparía importantes puestos en el escalafón diocesano hasta ejercer varios años de deán, pero le veías con esa mueca de desencanto que queda tras la eterna pelea con los proyectos, con las burocracias y con los dineros cuando sabes que eso no es lo tuyo y estás deseando que se aparte de ti ese cáliz.
De entre todas las facetas de su vida, mira en la que te vas a fijar, en el torpe aliño indumentario.
Buena persona, Don Ángel, descanse en paz.
(Queda su voz)
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