Llegó el día de la exhibición de Fernando Alonso. Es día de fiesta en Oviedo. Leerás al día siguiente en la prensa que antes de la demostración el alcalde le hizo entrega de una réplica de la calle que va a llevar su nombre, la calle en la que vivió de pequeño, Capitán Almeida, una de las calles que cambian de nombre por la Ley de la Memoria Histórica, un militar por un campeón. Fernando Alonso es Fernando Alonso a secas, pero en la placa habrá querido que apareciera su identificación completa: “Fernando Alonso Díaz”, porque aunque el que sale (poco) en la prensa en su padre, su madre está en la trastienda.
No hiciste ninguna cola especial para coger un buen sitio y decides verlo desde el Parque San Francisco porque así tendrás vía libre hacia el Fontán cuando terminen los fastos.
Enfrente de Logos encuentras a los tíos de Fernando, que tendrán mejor sitio que tú, ¡pocas gracias! y prometen que hoy no van a desear al …( al Hamilton) que pinche. Hoy no toca. Sigues ruta hacia el barullu, en donde jóvenes y mayores pierden la compostura por mejorar el ángulo de visión. La policía ordena bajar de los árboles a los más atrevidos, algunos no tan jóvenes como se podría suponer, que no aceptan de buen grado las indicaciones.
Ves muy levemente a Fernando en el paseo inicial a bordo del descapotable. No volverás a ver más coches en directo. El kart y el Fórmula 1 son tan bajos que te tendrás que conformar con oir el ruido y ver el humo. Las carreras y cabriolas, a través de una pantalla gigante.
La expectación era mucha, pero alguien en el Parque San Francisco encontró un rayo de luz entre el ruido para repasar un libro. En la plaza de abastos se llenaba la cesta de la compra mientras el bólido daba sus últimos giros. Cuando recibía los últimos aplausos tu estabas ya sentado en una silla de tijera en los soportales que hiciera famoso Tigre Juan.
¿Qué viste de la exhibición? Viste a los que fueron a ver a Fernando Alonso.
2 comentarios:
¡Si hubieras madrugado como Dios manda!
Pero... ¿y el paseo por el campo San Francisco?..Dí tú que el ruido del motor no acompañaría a disfrutar de la escasez de viandantes por el espacio en ese momento.
Creo que para lo que sí estuviste rápido de reflejos fue para coger la silla en los soportales. No fue una mañana perdida.
(Seguro que cayó un pinchín de picadillo y una sidrina)
He visto un servicio en el FLICKR...muy semejante al tuyo, la reporter ponia fotos de los que estaban mirando, por lo visto tampoco ella habia madrugado.
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