Tu madre insistió, que no subieras, que estaba bien, que tenía de todo, que había una nevada muy grande, que ya irías cuando el suelo estuviera terriento. Terriento, ¡qué palabra! no la encuentras en ningún diccionario. Con la lluvia o el calor, la nieva va marchando y el camino se vuelve terriento, practicable, nuevamente de tierra.
Tendría que haber una nevada de medio metro así que desobedeciste y te plantaste allí arriba, en la aldea perdida. Había pasado la hora de la comida, también la del café y era pronto para la merienda, pero ¿cómo ibas a estar allí mirando, a palo seco, sin probar bocado? No ibas a hacer eso a tu madre.
Saliste un minuto y a la vuelta ya estaban restallando y cogiendo color un buen puñado de castañas en la chapa de la cocina.
Las asépticas cocinas urbanas están demasiado impolutas para tener vida. Las modernas cocinas urbanas son zonas de trabajo y de paso. En la vida urbanita hasta cuesta ser generoso y hospitalario. Hay que evitar manchas y malos olores. Las casas modernas cuentan con vitros de última generación, pero no tienen una chapa donde asar unas castañas ni donde poner las zapatillas a calentar, a cuya vera tan fácil fluyen la conversación y las historias antiguas.
No había llegado la hora de la merienda pero castañas no quedaba ni una.
2 comentarios:
Simón entre el picadillo,les castañes etc etc.... nunca te dió por mirar el HDL LDL igual tienes que pasate a la tortilla de PANTOK 10 mg.Saludos y salud
¡¡¡Por Dios!!! En febrero y todavía tiene tu madre castañas frescas. Urge que informes de la forma de conservación. Brillan como si fuesen barnizadas y seguro que por dentro tienen una parte mas dura y crujiente que la otra, con ese color amarillo oscuro y brillante, y la muesca en un extremo para que no exploten ¡Uhmmm!.
Conserva las planchas que son muy buenas para hacer los tortos de maiz.
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