2009/02/16

DEFENSA DE LOS PODERES PÚBLICOS (POR ESTÉTICA)

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Nadie escribe un libro si está en paz consigno mismo. Ese es el titular de la entrevista que el Magazine de esta semana dedica a la novelista Siri Hustvedt, de la que nunca habías oído hablar, aunque, por lo visto es la esposa de Paul Auster, pero ya tienes dicho que prefieres la literatura hispana. El titular te hace pensar si también será verdad que nadie escribe, no un libro, sino cualquier cosa si está en paz consigo mismo. No puedes estar muy en paz si quedas tan tranquilo después de leer el reportaje de El País Semanal sobre las mujeres invisibles de la inmigración subsahariana, pero ¿qué puedes hacer? Simplemente falta valentía.

No quieres pararte a leer el drama humano de estas mujeres y te quedarás en las virutas. Por fijarte, hasta te concentras más en la foto del paisaje que en la de las personas que ilustran el reportaje. Si te fijas un poco llegas a la conclusión de que ahí no hay poder público que regule nada. La calidad de la foto no va muy allá, pero se puede distinguir la silueta de un enjambre de antenas parabólicas, antenas de tristeza y esperanza, por donde reciben las imágenes de un mundo solamente alcanzable para unos pocos.

Es seguro que dentro las casas o de algunas casas disfrutan de alguna comodidad. Distingues alguna decentemente pintada, con los tendales discretamente colocados en el tejado y no de ventana a ventana. Con esa excepción, o incluso sin ella, te imaginas el reino del sálvese quien pueda, cada casa una parabólica, una patera, un cuchitril, sin ninguna ordenación del territorio, sin un triste dólar para la regulación de los espacios públicos. Si pudieras preguntar al concejal del ramo te diría que “para estética estamos con lo que tenemos encima”, pero mucho te temes que si no hay una autoridad política que obligue a alegrar lo que todos tienen a la vista, te permites dudar de que sea eficaz ante otras necesidades más perentorias.

Posiblemente sea un comentario frívolo para una noche de domingo, y ni siquiera sirve para dejar a uno en paz con uno mismo. Quedamos más tranquilos echándole la culpa a los políticos, en este caso, al Concejal de Distrito de Takkadoum, en las afueras de Rabat.

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