CENIZO

Tienes dudas, normales en Buridán, sobre si la última noche de viernes a sábado trasnochaste o no, y no es porque estuvieras muy perjudicado. En realidad no estabas nada perjudicado. Para salir de dudas, acudes al diccionario y puedes quedarte tan pancho diciendo que mediotrasnochaste, porque, por una parte, trasnochar es pasar uno la noche o gran parte de ella velando o sin dormir, así que trasnochaste. Por otra, trasnochar es también pasarla en un lugar distinto del propio domicilio, así que no trasnochaste. Estuviste entretenido con navegaciones varias, y comenzando la lectura de un libro que te acaba de regalar Julio Concepción, uno de sus coautores: LAS BRAÑAS ASTURIANAS: UN ESTUDIO ETNOGRÁFICO, ETNOBOTÁNICO Y TOPONÍMICO. Tu lectura parcial te sugirió un sueltillo sobre los críticos gastronómicos, cuando son invitados por la casa, pero lo dejas para otra ocasión con la esperanza de que no se te pase la idea.

El madiotrasnoche te impidió ver el comienzo de la final de tenis de Australia entre Nadal y Federer, pero ya lo tenías pensado así. La idea era verlo a salto de mata. Cuando te levantas está Nadal a punto de ganar el primer set, pero no quieres ver los puntos finales porque a veces eres un cenizo que trae mala suerte a los (deportistas) tuyos. Eso sí, dejas la tele puesta a un volumen tal que oigas los aplausos y las emociones de los locutores de la casa. A juzgar por los decibelios debió ganar el primer set.

Te duchas, desayunas, sales a comprar el periódico. Te asomas a la tele y ves ganar dos puntos a Federer y dejas sola a tu mujer en la salita porque te dice que va a ser verdad que eres un cenizo.

Vas leyendo las esquelas de un periódico, las páginas salmón de otro y desde la cocina das una voz:

- ¿Cómo siguen?
- Va ganando Nadal.

Te condenas a no verlo, pero así y todo no te aguantas, te asomas y en ese minuto Nadal pierde dos bolas de rotura de servicio. Te piras.

Enciendes el ordenador y echas una ojeada a El Comercio. En la portada ves una noticia extraordinaria: en un partido de alevines pitan un penalty que no fue a favor del Sporting y deciden que se lance fuera. ¡Qué lejos del miserable Bilardo"pisalo, pisalo"!

Entre este gesto del Sporting alevín y lo cenizo que eres para Nadal (al menos hoy) meditas sobre los sentimientos del espectador en los eventos deportivos porque por una parte quieres que ganen los tuyos (aunque sea de penalty injusto y en el último minuto, se dice) pero por otra, íntimamente cada uno sabe que una victoria limpia vale mucho más, aunque con el paso del tiempo pase a ser un mero apunte y hayan quedado olvidadas las circunstancias de consecución.

La desgracia del cenizo es que está condenado a no disfrutar nunca en directo de las alegrías de los suyos.

Por la noche, te faltó un pelín para ser cenizo del Sporting grande, porque tu mujer se estiró y quiso que fuerais a ver el partido a una pantalla gigante mientras caían unas cervezas.

Con sufrimiento, pero se ganó.