Ítaca.
Konstantino Kavafis (1863-1933)
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A lestrigones ni a cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes,
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañara Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya que significan las Itacas.
(Traducción de José María Álvarez)
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Consuélate.
Te habrá parecido una calamidad entonces, pero tienes que dar gracias a Dios de haber suspendido Filosofía del Derecho en el último año de carrera. Gracias a eso pudiste estudiarla otro año más y más a fondo, incluso saboreando algunos conceptos, y tuviste oportunidad de demostrarte a ti mismo y a otros que una carrera con la fama de empollar que tiene la de Derecho, si entiendes los conceptos, el ejercicio de memorización no es más duro que en otras disciplinas.
Aprendiste entonces que entre las numerosas corrientes de la aplicación del Derecho había una muy notoria, que era el uso alternativo del Derecho. Mucho te llamó la atención un librito que tuviste que leer entonces, un libro de bolsillo, y el grosor sería menos de un meñique. No se te olvidará jamás un ejemplo que leíste en él: en un accidente de tráfico murieron el hijo de un gran empresario y el de un albañil. La indemnización concedida a la familia del empresario fue enormemente superior a la concedida a la familia de menestral porque estadísticamente las posibilidades de generar riqueza del niño rico eran muy superiores a los del hijo del proletario.
En ese contexto estudiaste que la teoría marxista defendía un uso alternativo del derecho, es decir, que las normas podían interpretarse para subvertir el orden establecido y no para mantener el statu quo.
También existe un uso alternativo de los correos electrónicos. Un amigo, desde hace más de un año te pasa todos los viernes a ti y a un grupo de amigos de adolescencia/juventud unas llamadas lecturas de fin de semana, que unas veces consisten propiamente en artículos o ensayos y en otras ocasiones pueden ser simplemente unos dibujos. Durante unos días el ciberespacio se llena de idas y venidas con ideas, debates y reflexiones.
Coincide que, después de algún tiempo y algún intento fallido, la semana próxima os vais a ver en Galicia. Este amigo variopinto pone como lectura/deberes de este fin de semana el poema ITACA de Kavafis. No podía haber otro poema más apropiado para el caso. Además, se nota que le fascina porque ya lo remitió en alguna ocasión anterior.
Será falta de costumbre pero ITACA no lo puedes leer en pantalla, tienes que imprimirlo en el papel y así lo haces, incluso, con este vicio tan tuyo, anotas y subrayas. Es un poema extraordinario. Tanto, que te parece que el traductor tiene que ser un poeta que haya penetrado en el espíritu de Kavafis, porque a un poeta lo tiene que traducir otro poeta, otro que se ponga en su lugar. Navegas, no por el Océano de Poseidón, sino por internet en busca del traductor y encuentras innumerables versiones en español del poema y finalmente descubres que el traductor de la que envía el amigo es José María Álvarez, que no te suena de nada.
No siempre vas a acertar con tus presagios, pero porque el traductor te resulte desconocido a ti, no pierde ni un ápice de valor. Tan no pierde que te entran ganas de bajar al trastero, en donde supones que tendrás la Odisea de Homero de la humilde colección Austral, junto a otras decenas de libros que no te caben en casa. El mono no es tan grande y lo dejas para otra ocasión. De momento te conformas con detenerte pausadamente en el poema de Kavafis. Kavafis. Hasta el nombre suena bien. Y Los lestrigones, la madreperla, el ámbar, el ébano y los delicados perfumes. Quédate con esta idea: “Ítaca te regaló un hermoso viaje, sin ella no hubieras emprendido el camino, mas ninguna otra cosa puede darte”.
Necesariamente te recuerda el caminante de Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Tu manía de investigar lo que no procede te lleva a intentar indagar si pudiera haber alguna influencia de uno en otro porque Machado nació en 1875 y murió en 1939 y Kavafis lo hizo en 1863 y 1933, pero dejas ahí tu investigación porque ¿qué mas da? La poesía debe entrar en el corazón, no en el laboratorio.
El caso es que este sábado habías prometido a tu mujer hacer un recurso de una irregularidad catastral de una finca de los padres, pero tomaste el camino de Ítaca, en donde no te perdieron las Sirenas sino las Musas.
Eres incorregible.
2007/06/10
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