2019/01/19

EL ETERNO FEMENINO

Aprovechando que tu señora tenía un sarao, comiste fuera. Después de examinar varias pizarras optaste por un menú que incluía fabada, cachopo de ternera, arroz con leche y un entrante. En el pequeño comedor se sentaban solamente dos comensalAs, algo más jóvenes que tú, o, por mejor decir, algo menos mayores. Debían ser amigas de años, pero no entradas en años, como dejaste apuntado. Tu llegada las obligó a bajar el volumen a la posición 1, máxime considerando que el camarero te puso en la mesa más próxima.

La televisión estaba apagada y al llegar tú la encendió, aunque el volumen quedó en posición 0. Se conoce que hasta entonces el camarero entendió que ellas se entretenían solas, pero tú no. Lo cierto es que no sabes de qué hablaban -quizá de viajes, quizá de las pequeñas cuitas profesionales- hasta que una anunció:

- ¿Sabes que me invitaron a una verbena?

Eso rompía el tono serio e intimista que hasta entonces habían mantenido, lo que azuzó tu sentido del oído. En la tal verbena debió conocer a alguien del sexo masculino -algo histriónico-, y describió su ropa (exterior) a la amiga, vestuario discordante con la edad del varón, creíste entender. Así y todo, algo debió rebullir en su interior, sin por ello quedar absolutamente convencida:

- ¿Qué se puede esperar en esa situación?

El resto de mesas se fueron ocupando y no sabes si los de la verbena llegaron o van a llegar a algo.

En fin, nunca se pierde la esperanza en el amor; o, en el amor nunca se pierde la esperanza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La manera de decir hace ganar un juicio y tú con la primera frase ya lo tienes ganado. Si dices que como tu señora tenía un sarao, y no te dejó nada preparado para calentar al micro, tuviste que comer fuera de casa, la percepción es distinta y tienes el juicio perdido. Mal día para salir de casa. Aunque a algunas personas no se les cae la casa encima. Tienes que aprender a cocinar. Hay quien disfruta haciendo la comida. Buen día para darte un gusto solitario. Unos entremeses calientes o fríos, unas gambas, a la plancha o ya cocidas, andaricas... una tabla de quesos, o de ibéricos, que en muchos sitios ya las preparan y te las llevas envasadas al vacío; luego en pescaíto límpito y preparado para ya sólo ponerlo a la plancha, unas chuletinas de lechazo, un entrecot de ternera, o un chuletón de vaca vieja, para ya sólo ponerla a la plancha. Y las ricas fabes asturianas de esa conocida marca, ya vienen enlatadas; basta con abrir el bote, con cuidado de no cortarse, volcarlar en un cuenco de cristal y meterlas en el microondas, como hacen en muchos restaurantes caros y te las cobran como recién cocinadas. Aunque comer fuera siempre puede ser una fiesta. No llamaste a ningún amigo para celebrarlo y conversar, como hacían esa paisanas. Nos cuentas qué comiste, pero no qué bebiste. Yo, para comer solo, me quedaría en casa con las pantuflas puestas. Si te quedas viudo lo vas a pasar muy mal. Las mujeres lo resuelven todo mejor solas, aunque reivindiquen la igualdad. Muchas de las mujeres de tu edad aprendieron a cocinar, a coser, a planchar, a llevar su casa en general, incluido marido e hijos. A los hombres, a todo eso, no nos han enseñado y nos cuesta mucho más hacerlo. El eterno femenino ha dejado de existir, las mujeres jóvenes tienen tanta igualdad con los hombres, que a veces no se distingue quién es quién. Ambos pueden ser arquitectos y ninguno de los dos saber cocinar, ni coser, ni llevar su casa y pagan para que un ser de casta inferior les cocine, les mantenga la casa límpia y ordenada. Y muchos ni-ni's, ni saben cocinar, ni saben ni quieren hacer nada en la casa de sus padres en la que viven, aunque tengan cumplidos los 35 años y un master. La convivencia en pareja no puede resultar exitosa jamás en estas condiciones. Feminismo e igualdad para desde pequeños, los chicos y las chicas (y los intergéneros) aprendan a ser autónomos, independientes, valedores de sí mismos y se rompan definitivamente todos los arquetipos y en especial, esos de querer cazar a 'uno' que 'la' mantenga, tenga un hijo y pida el divorcio y gane sin más, una casa y una pensión de por vida. En España, uno de los países con mayor tasa de divorcios, las parejas se casan viejas y se divorcian jóvenes. En 2017 hubo 97.960 divorcios, un 1,2% más que en el año anterior, según el INE. En el tercer trimestre de 2018 han aumentado las peticiones para modificar medidas como la custodia o la pensión alimenticia, según el Consejo General del Poder Judicial. El hombre vuelve a casa de sus padres, o comparte un piso con unos desconocidos, con una muy discutible calidad de vida. ¿Igualdad?

Anónimo dijo...

No me puedo imaginar cómo serían las relaciones de coqueteo y pareja de nuestros primeros padres. Si nos fijamos en los primates, quizá nos hagamos una idea. No se si el primate alfa, por ser el más bravucón, es el que peña a todas las hembras, o si el macho alfa es el más inteligente, o el más popular, el que más contenta a todos y todas. Ahora, la estructura social de la raza humana es más complicada, porque, dependiendo de las sociedades, lo sofisticamos más todo. Siempre se pretenden relaciones amorosas con otros individuos, de distinto sexo, del mismo sexo (si no se pretende célibe) y hay un protocolo, casi ritualizado, para iniciar un contacto amoroso romántico. Nunca se pierde la esperanza en el amor. Cuántas ideas fatuas nos han metido en la cabeza sobre lo que es el amor romántico, cuántas esperanzas inalcanzables nos han imbuido en el anhelo sobre lo que debemos esperar de nuestra otra mitad. Cuando todo eso no ocurre nos sentimos muy desgraciados. Y no es culpa de la otra persona, ni del amor, sino de las tonterías que nos han ido metiendo en nuestra perspectiva de futuro. Con el tiempo nos va cambiando el concepto del amor, lo que significa compartir y lo que se le puede pedir y esperar de la otra persona. ¿Se comportarían así los hombres y mujeres de Altamira, se sentirían así los hombres y mujeres en las antiguas sociedades de la Polinesia, de América...?