2014/06/23

EX LIBRIS

Tu hermana casi siempre te regala algo original por tu santo o tu cumpleaños. Este año te sorprendió con un ex-libris, un sello con tu nombre para estampar en tus libros.

Poner sellos es una labor pesada que acometerás por fases y en unos cuantos días, por ejemplo mientras arranca el ordenador, carga el usuario, seleccionas el tuyo, se activa el Windows y resto de programas, etc.

La pesadez de los sellos la sufriste bien cuando en Valladolid, en las semanas de formación práctica para aprender a facturar paquetes o vagones completos, acudías a la estación de Valladolid-La Esperanza o a Valladolid-Argales y ¿qué os enseñaban aquellos veteranos factores? “Chaval, vete poniendo sellos en estas declaraciones carta de porte”. Esas eran las prácticas, estampar el sello de la estación en cada una de las seis hojas necesarias para facturar los vagones de la FASA. Tienes aquello bien presente y jamás hiciste una faena similar a nadie que tenga que aprender algo de ti o contigo, pero aquellos ‘compañeros’ eran así, tiempos en los que estaban más preocupados en poner el cazo que en enseñar a nadie que les pudiera remover del chiringuito.

Lo anterior a cuento del sello.

Dicho lo cual, el ex libris es un regalo entrañable que te ofrece una buena ocasión para meditar sobre los libros, esos libros a los que tienes tanto apego. No en vano el primer sello quedó estampado en el libro 51 de esa colección GT de Grandes Temas de Salvat, de la que hablaste en alguna ocasión.

Tienes una biblioteca muy desigual de múltiples materias: generalidades, literatura, derecho, Asturias,... y no aspiras a más porque ya no hay sitio disponible en las estanterías. Además, la tecnología acabará superando al libro de papel, estás convencido. Mientras tanto, las bibliotecas públicas ofrecen un buen servicio. Estos días, por ejemplo, asumiste el encargo de echar un cable a la hija de un amigo que tenía que emitir un dictamen sobre un caso práctico: pareja formada por varón español y varón francés que contratan en California un vientre de alquiler. Nacen gemelos y quieren asentar la filiación en el consulado español. Entre la biblioteca e Internet encontraste la no pacífica solución porque en tu viejo libro de Derecho Internacional Privado no se contemplaban estas modernidades, y las que vendrán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un libro no es nada, dos es uno y tres el desconcierto. Pero una hermana así es un tesoro. Que disfrutéis de esos detalles y esa buena relación durante muchos años.
Felicidades