2010/11/15

REINGENIERÍA DE LA FABADA

Casi no te puedes concentrar en un partido, el del Sporting-Madrid, que estaba precalentado. A ti te parece que quien empezó antes fue Mourinho, el entrenador del Madrid, pero no vas a llegar a ninguna conclusión. Además, ya caíste en la chiquillería de empezar por el “tú antes”.

Intentas concentrarte en el partido en sí, por ejemplo estando atento a adivinar si las bicicletas de Cristiano Ronaldo son efectivas o, como la mayor parte de las veces, humo; si Di María, con sus piernas ligeramente arqueadas y su toque con la izquierda te recuerda al gran Raúl.

Quizá no pusiste el ímpetu suficiente y por eso el Sporting no pudo con el Madrid, pero ¿cómo te vas a concentrar si, siendo las ocho de la tarde, ves a un señor en la barra tomándose de pie una digna fabada con su correspondiente ración de compango: tocín, morcilla, lacón, chorizu? Te asaltan, faltaría más, unas enormes dudas y estás tentado de pedirle prestado el compañero libro que descansa sobre el mármol, la guía Michelín. ¿Dirán ahora las guías turísticas que la fabada es plato digestivo para la cena? Lo comentas con el vecino de al lado y dice que es un argentino y que fue eso lo que pidió. Dices tú que lo habrá pedido pero alguien de la casa debería indicarle que era un plato indigesto cuando es de noche. Sí el argentino acababa de poner sus pies en Asturias y venía de asyá con un mono irreprimible, entonces allá él.

Sigue atacando el Madrid con alguna réplica del Sporting, pero tú observas cómo la cazuela está a punto de quedar limpia. ¡Bravo! Estará advertido de los ventosos efectos secundarios.

No te acaba de pasar el pasmo cuando ves pasear otra fabada que van a compartir como plato de picoteo cuatro jóvenes, a buen seguro foráneos. Cuando la están terminando les sirven unas almejas a la marinera. Pero bueno, ¿vale cualquier cosa con tal de vender? ¿unas almejas después de una fabada? ¿una fabada como tapeo?

Aquí dejas constancia, de momento, de tu perplejidad, pero no te atreves a decir nada porque todas las modas tuvieron alguna vez su día de bautismo.

1 comentario:

Alipio dijo...

Hace ya algún tiempo vi, en un mesón, como se comían la fabada con palillos en plan tapa para acompañar al vino.

Saludos.