2010/01/20

MINORÍAS

Dudas sobre si dedicar una hora a maquillar esas estadísticas que tanto te apremian o acudir a la presentación de un libro y, está claro, si lo hubieras dedicado al maquillaje hoy solo tendrías materia para escribir sobre el hastío y la mentira. Por muy agobiado que estés, las estadísticas son carne de papelera o de papelera de reciclaje y una presentación queda para siempre.

Acudes al Club de Prensa Asturiana, en donde Miguel (Ángel) Rojo, Mime para los suyos, presenta su nuevo libro “La ponte y otros cuentos”. Conoces a Miguel Rojo desde guaje y le sigues la pista como escritor. Cuando lo lees, estás viendo su cara (y la de su padre) y oyendo su voz. Por eso, tienen algo esos escritores que te resultan más cercanos, como Miguel o Fulgencio.

Son curiosas las presentaciones de libros de los autores minoritarios, aunque tengan su biografía en Wikipedia y si pinchas su nombre en Google aparezcan más de cuatro mil entradas. Siguen yendo su editor, sus antiguos editores si quedaron a bien, su madre si vive y goza de buena salud y algún escritor de melena y vanguardia. Contaste los asistentes para hablar con precisión si alguien te pregunta. No te conformas con decir que muchos, pocos, bastantes o que no estuvo mal. Haces igual en los funerales. Contar es una manía.

Así y todo la presentación estuvo interesante y simpática. Se detuvo un poco en cada uno de los cuentos que componen el libro y salpicó su intervención con anécdotas bien contadas. En la presentación no sorprendió con cosas nuevas que no hubieran aparecido, por ejemplo, en la entrevista que le hizo El Comercio. Sí recalcó que las dos vías de inspiración del escritor son su memoria y la imaginación. También destacó que un escritor tiene un sentido observador especial. Donde otros no ven nada, el ve materia para un cuento, un relato o una escena de una novela.

Hablas con su hermano al finalizar la presentación y por esas casualidades de la vida, te enteras de que su padre era un Rojo Albalá de Sahelices del Río (León) como tu abuelo Albalá Oveja. En nada das con el ancestro común del árbol genealógico.

1 comentario:

Umbriel dijo...

De chavales en la Argañosa le llamabamos Gorri(rojo en vasco), cosas de la transición.