Hace unos días leíste en la portada de La Nueva España que Arcelor iba a jubilar a un montón de oficinistas.
¡Cáspita! Tu pensabas que los oficinistas eran una categoría ya extinguida pero, no obstante, creíste saber a qué se refería y alabaste que el periódico utilizara un lenguaje claro y no el moderno subterfugio desinformativo.
Cuando te hablan de un oficinista piensas en tu tío Luis, que después de peregrinar por unos cuantos talleres de Renfe acabó en las oficinas zonales de León. Presididos por el Caudillo estás viendo una marabunta de gente en un ambiente irrespirable de humo malalumbrados por una luz mortecina, con un soniquete constante de vueltas del carro (raaaaaaaaak), de porrazos a las teclas (tac-tac-tac-tac-tac), las papeleras rebosantes de borradores, el oficinista de la esquina ajustando el papel oficial, el papel calcante y el papel cebolla; el de la esquina con la minuta que le acaba de entregar el jefe de negociado, el envarado ordenanza de acá para allá en su uniforme paramilitar.
Cuando saliste de la vía y empezaste a trabajar en las oficinas, quedaban ya pocos oficinistas, pero alguno conociste que sufrió realmente con el aterrizaje de los ordenadores. No era raro oír que marchaban para casa con la cabeza como un bombo.
Al rastrear en Internet la noticia te encuentras con que también La Voz de Asturias habló de la marcha de los oficinistas, aunque no en el titular. No es posible que sea una coincidencia porque ese lenguaje ya no se usa. Esas palabras tuvieron que salir necesariamente del gabinete de prensa. Sin filtro alguno, pasaron directamente a las rotativas.
Cuando profundizas en la noticia, efectivamente sacas la conclusión de que ni en Arcelor ni en ningún sitio quedan esos oficinistas en los que estabas pensando. Ahora el oficinista es el personal de estructura, el cuadro técnico, el mando intermedio, el personal técnico, el operario cualificado que trabajan físicamente en la oficina, el nuevo oficinista. Acierta Arcelor: oficinista es la persona empleada en una oficina, pero hace tiempo que desaparecieron las minutas, el humo y el papel cebolla. Ahora la pirámide de oficinistas-oficinistas está invertida. Los oficinistas genuinos, los restos difusos que pueden quedar, se lamentan de tener veinte jefes para un oficinista, cuando antes era un jefe para veinte oficinistas.
Una vez más Arcelor da un ejemplo de ir al grano, con el hierro y con la pluma.
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1 comentario:
Interesante dejar las cosas bien claras.
Tu post resulta bonito.
Gracias.
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