2009/01/30

CURRÍCULUM Y BIOGRAFÍA, O EL DOCTOR JEKYLL Y MISTER HYDE.

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Desde hace tiempo se ríen de ti, y tú te dejas, porque según llegas a la oficina lo primero es leer el periódico comenzando por detrás, porque es el orden lógico que te lleva antes a las esquelas. Sería mucho cantazo abrir el periódico directamente por las necrológicas (el teclado te juega una mala pasada y escribes de mano “neurológicas”), así que disimulas comenzando a leer por la última página.

Las necrológicas resumen una vida, los hijos, los padres, los hermanos, quizá un apodo.

Precisamente es una esquela lo que te sugiere este comentario que no sabes cómo enfocar sin herir susceptibilidades y sin ser un cínico, o sin ser cínico del todo.

Al hilo de la esquela meditas sobre la diferencia entre una biografía y un currículum. Un currículum es una aburrida prosa administrativa contando los peldaños por lo que cada quisque tuvo que trepar a lo largo de una vida (laboral), omitiendo por pudor los telefonazos que hubo que dar para abrirse paso a codazos.

La biografía es la vida, no la vida laboral, sino la vida. Intuyes una diferencia desde el mismo origen de las palabras. Curriculum, corrillo, corralito, algo cerrado, sin proyección fuera de uno, triste y muchas veces falaz literatura para engañar al que se deje engañar. Sin embargo una biografía es la bio, es mucho más, es la vida, tan opuesta a la rutinaria actividad laboral.

En un curríulum puedes leer que un señor fue ayudante de fresador durante trece años, fresador otros trece y jefe de fresadores los últimos trece años antes de una merecida jubilación. Habrá tenido sus más y sus menos con los otros fresadores, pero eso se obvia en este seráfico curriculum. A la vez, en sus ratos libres, este fresador escribía poesías y se presentaba a concursos y con frecuencia, traía diplomas y trofeos para el salón. Esto ya es biografía. Como la realidad es multívoca o, mejor, equívoca, resulta que como fresador era un consumado jeta que dejaba las piezas a medio hacer, pero como poeta aficionado gozaba de una considerable fama entre su círculo de iniciados. Si alguna vez coincidían un fresador y un filo-poeta, creían estar hablando de distinto sujeto.

Lo mismo ocurría con el pésimo policía del más recóndito distrito de la ciudad, que jamás resolvió asunto alguno y si acudió a alguna misión, no lo hizo con la pistola en el cinto sino en el pecho. En sus ratos libres ejerció durante veinte años como presidente de la asociación local de la ópera y dicen que era un eficiente gestor, competente y reconocido.

Corres el riesgo de repetirte, pero la vida te enseña que un mismo hombre puede ser eficaz presidente de la comunidad y un pésimo padre, un gran entrenador de baloncesto y un vendedor de pinturas nefasto, un camarero atento y un hermano cruel, un vendedor de pipas de éxito y un conductor de autobuses remolón. Nada nuevo, así eran el doctor Jekyll y Mister Hyde, uno de los pocos libros que heredaste por el artículo treinta y tres de la biblioteca de tu padre.

En cualquier caso, nunca vienen mal unas gotas de coherencia, porque donde ésta termina puedes pensar que comienza la malicia.

2 comentarios:

miner dijo...

Muy interesantes las reflexiones. Yo creo que el mundo está lleno de Dotores Jekyll y mister Hyde.

Anónimo dijo...

algunnos hablan catalan en la intimidad.... je je