2007/07/06

IZQUIERDA Y AUTOCENSURA

Es un día de julio espléndido. Las dos de la tarde, o algo antes, es un momento óptimo para ir a Correos y, como si fueras Isabel Gemio, preguntar si hay una carta para ti. No la hay. Antes de llegar te encuentras con un amigo y te interesas por un asunto de un Ayuntamiento que fue objeto de polémica estos días de atrás. Te aclara las ideas, de las que nada dijo la prensa, y no te van a sacar ni media palabra más. Autocensura.
Quedamos que no había carta en Correos, pero sí había sidra en El Fontán. No todo va a ser negativo.
Mientras oteas el panorama se sienta muy cerca la Consejera de Medio Rural en funciones Servanda García. Toca callar. Autocensura. A los pocos minutos coge asiento Avelino Viejo, el Síndico Mayor del Principado, una especie de Presidente autonómico del Tribunal de Cuentas. También te autocensuras porque conoces a alguien que lo conoce. Por último, al poco tiempo aterriza por allí Luisma el de la Caja, un peso pesado del PSOE ovetense, y, al igual que los periodistas que escriben para entendidos dando a saber que ellos saben pero no lo pueden decir porque si dicen algo a lo mejor ya no escriben más, copias esas malas artes porque sabes que hay gente que te lees estas líneas, y…quedas autocensurado porque lo que sabes de Luisma es un secreto de alcoba (de la tuya, aclaras).
No sabes a qué se debe esta coincidencia de que todos estos personajes con los que te encontraste estén escorados a la izquierda. A veces piensas si tendrás unos rayos X en los ojos para ver solo una parte de la realidad, algo parecido a esos reactivos que se toman antes de una radiografía o de una ecografía para que destaquen los marcadores en las placas.
Cuando vas a trabajar por la tarde, ya llegando a la oficina, ves en el andén a un señor canoso de tu edad, besando tiernamente a una dama, y te dices que hay edades y edades, pero resulta que el besador es el Concejal de Urbanismo de Gijón durante los últimos veinte años, ahora ya en funciones y también escorado a la izquierda.
Menos mal que puedes decir algo claro. Es una buena noticia que gente acostumbrada a navegar entre reparcelaciones, volumetría y recalificaciones tenga un hueco en su vida para el amor, o, al menos, para la ternura.

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