2020/08/09

VOLVERÁS A REGIÓN, de Juan Benet

Si te hubieras enfrentado a la novela sin tan siquiera haber leído la breve introducción de la contraportada, no habrías entendido nada. Incluso, leídas las tres cuartas partes, tuviste que echar mano de internet porque temías no estar siguiendo el hilo argumental, pese a que es más una novela de descripción de ambientes y situaciones que de acción o trama. 

Volverás a Región es un relato muy difícil porque cuesta averiguar el argumento, más que por el estilo inconfundible de Benet, de larguísimos párrafos con abundantes paréntesis, y paréntesis dentro de los paréntesis (con guiones, incluso con notas a pie de página de similar función) que obliga a un continuas relecturas para acertar con el sentido de las frases. Mismamente, en la novela se encuentra uno con un bloque de veinticinco páginas sin un punto y aparte. 

Es fácil adivinar que Región se ubica en el Bierzo aunque haya reconfigurado a su manera geología, montes, ríos y senderos ("ese maremágnum tectónico de las montañas cantábricas, leonesas, zamoranas, regionatas y portuguesas"). Por momentos parece como si las formas tectónicas de Región fueran un personaje más, y valles,  meandros, charcos, arbustos y hasta el mismo viento fueran accidentes geográficos que cobran vida y luchan en alguno de los bandos de la guerra. 

Pues bien, en Región se ubica la acción. Región, junto con Madrid y Valencia son los últimos bastiones de la República. 

La narración juega con los tiempos presente y pasado con avances y retrocesos de la guerra a la posguerra. 

La montaña, que bien podría en otras circunstancias ser escenario ideal de la vida pastoril, nos muestra una imagen de vida desolada. "En la montaña y en el páramo los síntomas de vida se reducen en esa época a las huellas de un zorro, de un rebeco o de un lobo, el itinerario de un paisano -denunciado por las señales de fuego- que ha buscado durante largas semanas el rastro de una novilla perdida". 

En ese marco tienen lugar batallas y escaramuzas entre los nacionales y los republicanos, moviéndose estos entre el voluntarismo y la anarquía. Aquellos son conscientes de su superioridad pero no les merece la pena echar el resto por un territorio baldío y ante unos milicianos casi en desbandada hacia las montañas. Curiosamente, en su huida, alcanzan las cotas más altas, pero ni siquiera son perseguidos hasta ahí. Paradojas militares, contemplan su derrota desde lo alto de los montes.

Con ese mar de fondo, el doctor Sebastián, dueño de una clínica de un único paciente, describe en un larguísimo monólogo la difícil apertura de una senda en medio del monte bajo, como si tratara de desentrañar los misterios de una sociedad plomiza e impenetrable. 

Después de años de soledad en esa clínica polvorienta y oscura, al notar que alguien -una mujer- se aproxima, inmoviliza y oculta en una especie de zulo a ese único paciente y en este ambiente de desarrolla un diálogo o dos monólogos que constituyen la mayor parte del relato. La mujer puede ser la hija del coronel que dirigió los ataques del ejército nacional sobre Región. El paciente puede ser el hijo que esa mujer concibió con un miliciano alemán, cuyo nombre la mujer olvidó durante muchos años.  Pueden ser, o no.

El final, enigmático y desconcertante. "El eco de un disparo lejano vino a restablecer el silencio habitual del lugar".


1 comentario:

José Luis Fernández García dijo...

Creo que el autor lo escribió mientras construía el embalse del Porma. Este escritor e ingeniero también fue el encargado de construir la duplicación del túnel de Robledo, en Llanera.