2020/07/07

EL DISPUTADO VOTO DEL SEÑOR CAYO, de Miguel Delibes

Leíste de dos tirones esta novela, entretenida, que es muchas cosas, al menos una parodia de las campañas electorales y un reflejo de la casi extinguida vida campesina, esa que mide el tiempo no por el clásico calendario sino por un olvidado santoral.

- Qué edad tiene usted, señor Cayo.
- ¿Yo? Para San Juan Capistran los ochenta y tres 

Delibes dibuja los avatares, el ajetreo y las ridículas prisas de los cuarteles de campaña de los partidos políticos,que se van a encontrar con la realidad de una aldea conformista y enemiga de las prisas y nada obsesionada por las aspiraciones materiales.

La reducida comitiva electoral se acerca a la para ellos desconocida comarca de Las Hurdes y en Cureño dan con el único vecino. Resulta ser el alcalde y se expresa con los escuetos y típicos giros castellanos (un bozal es; el cárabo es).

En realidad hay otro vecino pero no se hablan. De hecho ni siquiera tiene nombre. Es ese. Hubo otros  con nombre, pero ya todos emigraron o están muertos.

"Como quedar -dijo el viejo indicando con la escriña la calleja- también queda ese, pero háganse cuenta de que si hablan con ese no hablan conmigo. De modo que elijan".

La comitiva, corta pero variopinta, oscila entre quienes miran por encima del hombro al elemental señor Cayo y quienes se rinden ante la sencillez de sus razones. Representan también dos conceptos de cultura, la libresca y la de la vida. En principio, los primeros no tenían otro interés que "poner la chincheta" encima del nombre del pueblo en el mapa de la provincia en el que se marcan los pueblos visitados. Sin embargo, alguna marca les dejó el señor Cayo.

-¿Es que también hace usted con sus manos el pan que come?
- Qué hacer, ¿qué ciencia tiene eso?

***

Dijo Rafa burlonamente:
-¡Joder! En este pueblo todo sirve para algo.
- Natural -replicó el señor Cayo reanudando la marcha- Todo lo que está, sirve. Para esto está, ¿no?.

***

- Increíble, Dani. Él es como Dios, sabe hacerlo todo, así de fácil. Y ¿qué le hemos ido a ofrecer nosotros? Palabras, palabras y palabras. Es lo único que sabemos producir.


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