2020/07/21

CALCULISMO

No tienes ninguna prueba de lo que vas a decir, solamente algunas impresiones. Tampoco sabes si hay algún tipo de encuesta que pueda medir tal cuestión, de difícil estimación por cierto.

La generación que actualmente está en el cénit de su vida laboral o un poco sobrepasado ya, la que, en definitiva, comenzó su andadura en los albores de la libertad sindical (y también de la política, pero quieres hacer especial hincapié en el otro aspecto) desarrolló su actividad en un ambiente muy diferente al de sus padres. Esa generación vivió décadas de avances tecnológicos, cambios organizativos en las formas de trabajar, muchas  más posibilidades de promoción, por supuesto una mayor formación y también una mayor información, donde no siempre una mayor formación se correspondía con la ocupación de puestos de mayor relevancia y la correlativa remuneración.

Esta generación más formada (hablas de la tuya) te parece más calculadora que la anterior, tasa los esfuerzos, escatima los sacrificios porque se enteró de intríngulis y mecanismos de decisión que antes quedaban ocultos en las altas o medias instancias, a donde muchos de ellos pudieron llegar. Las informaciones fluían de abajo arriba pero también de arriba abajo, con lo que el mito del mando y de los porqués se resquebrajaba. Se acaba uno formando la idea de que detrás de las decisiones hay intereses y arbitrariedades.

Las fidelidades fueron quedando arrinconadas: en los seguros, en los bancos, en las compañías telefónicas, en las vidas personales y, cómo no, en las empresas.

De esta forma esos padres un poco triunfadores ya no transmiten a los hijos el valor del trabajo, de la fidelidad. Más bien les incumben que sean calculadores en los esfuerzos, que echen números, que no se pasen en el trabajo, que no sean tontos como fueron ellos...

Si ese consejo se lo dan trabajadores públicos a trabajadores públicos tienen todavía menos pase, tanto los padres que incitan como los hijos que secundan. Crees que, pese a todas las miserias y agravios existentes, por encima de todo hay que pensar en el ciudadano que paga sus impuestos y espera unos servicios. A esos incitadores y/o practicantes del escaqueo te cuesta reirles las gracias. Algunos todavía se permiten dar lecciones lecciones de lo divino y lo humano por las redes. Como si no los conociéramos.


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