2012/09/17

DESPEGADONES

Este sueltillo es un ejemplo de inconsistencia y de banalidad. De inconsistencia porque habiendo partido de una noción preconcebida, cambiaste de idea según ibas rellenando líneas. De banalidad porque estando convocada para este lunes una huelga y manifestaciones en  distintos puntos de la geografía en defensa de un ferrocarril público, es una frivolidad tocar tangencialmente, valga esta última redundancia, un aspecto colateral del ferrocarril y de los ferroviarios. Sobre qué hacer (Lenin dixit) y qué se puede hacer individual y/o colectivamente ante una ley que está ya en periodo de vacatio legis y que traerá consecuencias organizativas importantes, especialmente en tu ámbito geográfico y funcional, no lo tienes nada claro, pero esto merece entradas posteriores.

Vamos al asunto marginal.

En unas declaraciones de pasada, Marcelino Oreja, ya ex presidente de FEVE, habla sobre el apego a la empresa en Renfe y en FEVE.

«Me habían dicho que el ferrocarril engancha y es cierto; me voy pero quedo muy relacionado con Feve y comprendo que el apego que le tienen sus empleados y usuarios es mayor que en Renfe».


Como te pareció una declaración sin fundamento y de cara a su (ex)galería, estuviste dando vueltas al asunto.

Para no fiarte siempre del Diccionario de la Real Academia Española, echas mano del María Moliner para conocer con mayor precisión qué es el apego. Lo define como el cariño o gusto por una persona o cosa. El cariño y el gusto no son lo mismo, pero si sigues analizando en qué consiste cada uno de ellos, en qué se parecen y en qué difieren, ocuparías varios folios con el riesgo adicional de entrar en un bucle sin salida. Sirva entonces tu propia noción intuitiva, un punto intermedio entre el cariño y el gusto, algo más próximo a aquel.

A lo largo de su deficitaria vida, Renfe tiene encargado numerosas encuestas de clima laboral y no recuerdas si alguna vez se preguntó por el amor, el cariño, el gusto o el apego a la propia empresa y si esas variadas expresiones de afecto se valoraron en una escala de cero a diez. También se encargaban, antes de la crisis mucho más que ahora, encuestas entre los clientes, pero se les preguntaba por el la climatización, por los precios, por la puntualidad, por las mezquindades prácticas y por las urgencias, raramente por lo importante, por el apego. En consecuencia, extraer conclusiones sin estadística tabulada es labor harto complicada para el sociólogo de guardia.

Que los usuarios sean capaces de trascender el interés de la pura compraventa mercantil, compraventa de un servicio en este caso, hasta sentir apego por una empresa de transporte, no deja de sorprenderte. Para ponerte en su lugar, piensas si sientes apego por Pescados Basilio, por Cortefiel, por Alimerka, por Vodafone, por MAPFRE. No, aunque te presten en ocasiones un buen servicio, otras para olvidar. Que desde el punto de vista de un consumidor, la ejecución preferente o mayoritaria de compras sea indicador de un mayor apego, lo descartas, porque más bien se trata de interés puro y duro. Se valora el precio, quizá la prestación, y en tanto nos convienen, mantenemos el apego. ¿Por qué me quieres, Andrés? Por el interés. Si aquellos se alteran, adiós apego. De todas formas te entran dudas de última hora en relación con los llamados servicios: ¿Se puede tener apego a un hotel, a un bar (sobre todo si tienen pinchos de picadillo)? ¿Por qué no, entonces, a una empresa de transportes?

En cuanto a si quieren más a su empresa los empleados de Caja Cantabria o los de la Caja del Penedés, los del Más y Más o los de El Árbol, los del Aeropuerto de Barajas o los del Prat, te parecen medidas imposibles. Por retomar, solo de pasada, la idea/disculpa del principio, el descontento laboral manifestado a través de la conflictividad pública no es necesariamente un criterio válido de medida. Se convocan más huelgas en Renfe que en El Corte Inglés, y no por eso serías capaz de asegurar que un empleado de El Corte Inglés tiene más apego a su empresa que el follonero de Renfe.

Puestos a pensar sobre si el tamaño de las empresas puede ser un factor a considerar de cara al apego, no lo descartas. Si la pequeña o mediana empresa no es opresiva, cabe una identificación mayor. ¿Vale entonces asimilar identificación y apego? Si es así, el tamaño sí importa, de manera que por esta vía, al ser (casi haber sido) FEVE una empresa menor que Renfe, cabría un mayor apego, máxime al haber sufrido Renfe varios fraccionamientos en la última década.

Querrías aferrarte a la noción preconcebida, pero la meditación te obliga a dar una vuelta (expresión de moda) a la idea del ex presidente de FEVE, dicha de otra forma, de que los trabajadores y usuarios de Renfe son más des(a)pegados que los de FEVE, unos despegadones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien. Quien quiere utilizar un transporte público quiere llegar bien, cómoda y puntualmente según un horario. Puede comparar precios con medios alternativos. Los directivos, de cara a la galería, dicen cosas para quedar bien, no están apegados a una empresa, están apegados a un cargo que ejercen en distintas empresas, pero tienen una gran responsabilidad, que transmiten al resto de empleados, a los clientes y al público en general. Si no transmiten adhesión al transporte por ferrocarril, si no fidelizan... no es culpa de los maquinistas y la empresa va a tener menos clientes y se van a cerrar líneas y va a sobrar personal y van a privatizar los servicios... Y los gestores-políticos culparán de esa situación a los trabajadores, que sí están apegados a la empresa, identificados con su visión, misión y valores.

Miner dijo...

Marcelino Oreja Arburua nuevo consejero de delegado de Enagás.El hijo de Marcelino Oreja se ocupará de la operativa diaria de la compañía y tendrá a su cargo cinco direcciones generales... (El Pais) Como me gusta el gas.