2012/09/10

LA INCÓMODA BASURA

Hace unos días, según pasabas por la calle Campoamor de Oviedo, área de ciudadanos presumiblemente bien educados dada su proximidad a la principal calle de la ciudad, veías a una señora caminar con una bolsa de basura de considerable tamaño, que acabó depositando muy cuidadosamente encima de esas papeleras verdosas y cilíndricas típicas de la capital. La colocó con sumo esmero procurando que el orificio circular de la papelera quedara debidamente sellado, no fuera a entrar alguna porquería más. Era por la tarde y no faltaría mucho para la hora vespertina de los cubos de la basura. Por aquello de buscar una circunstancia atenuante, quizá la señora iba a salir de viaje y se vio en la necesidad de deshacerse de los detritos, a todos nos pasó alguna vez, pero afogar de esa forma la papelera…

Esa misma  tarde pasaste por el Alimerka. Un niño travieso correteaba descuidadamente por los pasillos y tropezó con un cartel que marcaba el precio de unos melones o unas sandías y el rótulo acabó en el suelo. El niño, intuitivo sabedor de que algo hizo mal,  avisó del leve suceso a la que supones su abuela, señalando con el dedo:

-         Lo tiré al suelo, lo tiré al suelo.
-         Luego lo cogemos.

Estuviste atento por si después de que la abuela y el niño terminaran las compras en la zona de la frutería, se acordaban del cartel. En el suelo quedó y el niño se iría convenciendo de que no hay que dar importancia a esos detalles. Para eso reciben su salario los siervos de la gleba.

Entras en casa, bajas al garaje y en la micropapelera diseñada para minucias, algún pulcro convecino no pudo soportar que unos cuantos envases y otros restos tuvieran que permanecer varias horas en su propio cubo de la basura. A cambio de dejar de aquella manera la papelera, su coche, que es lo que importa, habrá quedado impoluto.

Tampoco tu comportamiento fue modélico: en el primer caso bien podías haber cogido la bolsa y bajarla al suelo para que al menos la papelera pudiera cumplir su función; en el segundo nada tu hubiera costado colocar el cartel en el borde del melonar;  en el último también podías aplastar los envases, que tanto no ocuparían, y juntarlos con los tuyos en una bolsa amarilla debajo de tu fregadero hasta que llegara el día del reciclaje, pero...

Los desechos, muestra de conciencia cívica.

1 comentario:

La_Nenina dijo...

Yo también me fijé en la papelera del garaje, que además lleva varios días y... a mí tb me molestaron y tampoco hice nada.