2012/01/17

MANUEL FRAGA IRIBARNE. EL DERECHO A CAMBIAR

Durante muchos años Fraga fue Fraga Iribarne. A partir de la transición democrática será Manuel Fraga. Los dos son verdad y no hay por qué dudar de que el cambio fue de veras.

No es indiferente el nombre de las cosas ni el nombre de las personas. En realidad lo más habitual es que a cada persona se la conozca por diferentes nombres, según los ambientes por los que vaya circulando en su vida. Uno será el apelativo de la infancia, otro el del colegio, será otro para la familia, quizá uno nuevo para las sucesivas parejas, otro diferente en el trabajo, y otro con determinado grupo de amigos. A veces será el primer nombre, a veces el segundo, en ocasiones los dos, también el apellido, o el nombre de la casa paterna. Todos serán verdad. Cuando oigas que te llaman de determinada manera, aunque no reconozcas la voz al instante, tendrás una idea de por donde van los tiros. Así, en tu caso no es lo mismo que te digan Luchi que, Sipi, que Simón, que Luis Simón, que Albalá, que Luis a secas, hay quien Buri. Estos nombres no fueron de tu libre elección. No dijiste a cada colectivo cómo querías que te llamaran.

En el caso de Fraga, crees que él mismo pilotó el cambio de nombre, porque podía. Desde luego, siendo Ministro de Información y Turismo, ¡faltaría más que no indicara cómo había que referirse a él! Más tarde cuando se convenció del cambio democrático, convenció también a los medios para que a base de repetir Manuel Fraga, Manuel Fraga, pareciera que hablaban casi de otra persona.

Por lo demás, todas las personas tienen derecho a cambiar, y si es para bien, nada se les puede reprochar.

Por otra parte, en el balance puramente aritmético de su vida, los cargos de Manuel Fraga en la era democrática suman más años que los de Fraga Iribarne en la dictadura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siendo de Franco y de derechas tiene que ser malo y no haber hecho nunca nada bueno. En cambio Carrillo, por ser de izquierdas y a pesar de Paracuellos, tiene que ser un santo de devoción en los altares de la 'justicia obrera'. ¿Educación para la ciudadanía o para el incivismo?