2011/10/07

URBANITA CALEYANDO



Además de andar pel Alimerka, caleyaste algo perende, y que los ajenos al bable te perdonen este paréntesis.

Con la barriga más llena de la cuenta, escuchas en casa viejas historias que van saliendo al hilo de la lista de los muertos del siglo XX en Fierros que te quedan por identificar. Se van entrecruzando historias de gente como piños de cerezas: una que no era del todo normal, y que se metió con ella no sé quien en un prau; otro era un pretendiente, entendiendo por pretendiente alguien que la acompañó una vez de Fierros a La Romía; uno que murió de una borrachera en el camín de Naveo, que también tuvo otras pretendederas; y otras historias todavía más irreproducibles.

No habiendo ensayo coral esa tarde, estando tu señora trabajando hasta las tantas, tienes la tarde libre para caleyar...en coche. Te decides por Congostinas, pueblo en el que ¡manda carallo! nunca habías puesto los pies ni las ruedas.

Das un paso por el pueblo. Preguntas a una señora que lleva una ligera carga de palinos para tizar la cocina, por dónde queda el cementerio. Es uno de tus vicios, que compartes con algún personaje de pueblos cercanos. Si Congostinas ya es un pueblo congosto, el cementerio hace honor a su nombre al estar más escondido todavía. Pero antes de acercarte a los muertos, estuviste bien entretenido con unos cuantos vivos.

Desbaratas una partida de parchís que unas mujeres de edad dispar jugaban en la antojana y te invitan a tomar algo. Como son las seis y media entran unos culetes entre historia e historia, no muchos, que había que reemprender pronto el vuelo. Además, malditos kilos, te ofrecían un jamón y un chorizo de una pinta excelente que rechazaste con dolor de corazón y de estómago.

Ya camino del cementerio, te encuentras entre otros con un compañero del Seminario ¡hay uno en cada rincón del mundo! y charláis de los divino y de lo humano junto a la Teyera. Te despiden diciéndote que igual juegas una partida con los muertos.

Al fin llegas al cementerio. No hay cementerios alegres, pero este te da impresión de tristeza cuando ves la tumba casi irreconocible de algún abuelo con nietos de fama, pero sic transit gloria mundi. Es un cementerio en cuesta, sorprendente, desigual, con nichos y lápidas, con tumbas abandonadas a medio construir junto a otras primorosas. Había algo de cierto en la partida con los muertos. En el cementerio hay una mesa de piedra o de mármol. Dentro de unas semanas el cementerio el cementerio estará florido y parecerá remozado.

Cuando marchaste, el coche agradeció las luces.

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