Son las fiestas de Lugo de Llanera. No es noticia que suene la música en el prau, ni que corra la sidra, ni que se reencuentren los que viven lejos, ni que la procesión trascurra por el itinerario habitual, ni que el predicador se pase un pelín en el tiempo. Tampoco lo sería que fuera breve, porque en esta materia hay precedentes de todo tipo.
Por novedoso sí es noticia que un nativo exponga bajo unos soportales una colección de fotos antiguas del pueblo, de sus casas, sus gentes, la escuela, las maestras, la construcción y el derribo de PRACESA, luego Salamarca… Lleva Antonio el de la farmacia mucho tiempo recopilando fotografías de todo el que se las quiera ceder, que retoca y restaura con maestría. Mucha gente habrá dado largas ¿para qué las querrá éste? ¿me las devolverá?
Estás atento a los comentarios del abundante público que se amontona delante de las fotos:
- Esti ye Juacu, esti Ovidio, esta Maruja.
- Ésta téngola yo tamién.
- Tengo muchas fotos por casa, unas en la mesita, otras en cajas, ya miraré si tengo alguna del caminín.
- Vaya bien que está, ya te dejaré unas que tengo del campo de aviación.
Y Antonio podrá seguir esperando con la misma paciencia que hasta ahora, porque esa recopilación es una carrera de fondo.
Pasa el lunes y llega el día del bollu, el martes. Son algo más de las ocho de la tarde. Tomaste un culín en la carpa y vas al coche porque tienes que entregar unos papeles con un esquema del árbol genealógico a un pariente que anda por allí para que compleete uns datos.
Te encuentras, muy indignada, a la propietaria del prau desde donde se iban a tirar los fuegos a las doce de la noche. No pidieron permiso y van a tener que quitarlos de allí. Ya los están quitando.
Hay que aplaudir a los chavales que organizan las fiestas, aunque se equivoquen. Como dijo el alcalde de Zalamea, errar lo poco no importa si acertó lo principal.
Los fuegos, austeros, de crisis, empezaron pasadas las doce y veinte:
- Digo yo…
Después del bollu, el post-bollu. Este año tu empresa insertó un página de publicidad en el libro (el porfolio) de las fiestas y la comisión, detallista, entregó unas botellas de vino y unos bollos para que los compartieras con el personal, como así se hizo la mañana del miércoles ¿qué mejor uso se puede dar a la sala de reuniones que habilitarla para una merienda matutina? Y se habló de trenes retrasados y adelantados, incluso de los que van a la hora, y de tornos que cierran deprisa o despacio, también de los que no abren, en fin, una comida de trabajo.
4 comentarios:
En el mi pueblu, durante las fiestas del pasado año, también se llevó a efecto una exposición de fotos antiguas (con relativa antigüedad)que tuvo un éxito tremendo. Se amontonaba la gente, como guajes con balón nuevu, sin dar tregua, casi abriéndose paso a codazos para poder encontrarse o encontrar nuestra infancia plasmada en aquellas imágenes. La nostalgia motiva la leche!!
Salud y saludos.
Y viendo lo fructífera que resultó la reunión mañanera de "bollu y vino", podríase establecerse el ritual como algo cotiidano...Claro que pasado Agosto y agotades les fiestes, tendríen que traer de casa el pinchu.
El de la puerta que ye el del globo: a ver, ir pasando de uno en uno y a soplar.
Coño pero si eso ye lo que estuvimos haciendo hasta ahora ¡Soplar!
Q rápido pasaron las fiestas!!
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