2009/08/28

EL READER'S DIGEST

Free Web Counters


Lees un titular de prensa: La editorial Reader’s Digest se declara en quiebra en Estados Unidos, aunque tú ya la habías dado por muerta.

Para ti el Reader’s Digest eran ese montón de revistas, quince o veinte, siempre las mismas, que los primos de La Romía, Malio y Valentín, conservaban como oro en paño en la esquina de la cocina o encima de la ventana, junto a otros periódicos viejos, y en los últimos tiempos con algún Cambio16. Aclaras que los primos no eran primos tuyos sino primos lejanos de tu madre, pero siempre fueron los primos de La Romía.

Entonces lo que se estudiaba era francés y hasta lo de Riders te sonaba extraño. La palabra Digesto la conocerías años después al estudiar el Derecho Romano, cuando Justiniano recopiló o más bien mandó recopilar todo el Derecho Romano para formar esa especie de código llamado Digesto. Tú no lo sabías entonces porque a Pachín no le gustaba que se estudiara la lengua de la pérfida Albión, pero el Riders debía ser también algo así, una recopilación para el lector (lo del reader lo aprenderías más tarde), pero también podría ser la digestión y hasta la papilla, en una traducción libérrima pero no del todo falsa.

Por aquellas revistas, obsoletas y todo, que les traían sus sobrinos de Madrid, Jose, Matilde y Paco, sentían auténtica devoción los primos, hasta el punto de que aprendían párrafos enteros de las revistas y tú quedabas alucinado. Los primos eran esos prototipos de gente inteligente que había en los pueblos, que no tuvieron oportunidad de estudiar, pero que devoraban cualquier cosa que cayera en sus manos como si les fuera la vida en ello.

En aquella época tú eras un mozalbete y al principio maldita la gana que tenías de ir a La Romía, pero los primos hablaban con tu madre para que fueras a pasar alguna noche de algún fin de semana y estabais charlando hasta las tres o las cuatro de la mañana porque ellos estaban tan ávidos de saber que les servía incluso lo que les pudiera contar un jovenzuelo de catorce años que iba trampeando el bachiller.

Cuando marchabas seguirían releyendo un Reader’s Digest al azar, por ejemplo, por la página de las excavaciones del Doctor Leakey en el barranco de Olduvai cuando descubrió el zinjanthropus, lo mismo que leías tú en el tiempo muerto.

3 comentarios:

Karen Dinesen dijo...

Me encantó esta entrada.
Yo tengo cosas en común con tus primos de La Romía.Cualquier cosa que contenga en sus tripas un puñadín de conocimiento,o que simplemente me alimente la imaginación, no me queda a mí obsoleto.
Mi padre tenía una idea distinta...Así me quedé, por obsoletas, sin mis colecciones de cuentos, por ejemplo.Algún día se lo perdonaré, supongo.

Anónimo dijo...

Tú no lo sabías entonces porque a Pachín no le gustaba que se estudiara la lengua de la pérfida Albión,.
Quieres decir que en tiempos de la II república si se estudiaba Inglés?. Y cuando la anterior dictadura la de Primo, se estudiaba Francés y con Alfonso XII se estudiaba Inglés?. Hombre Pachu mandaba, vaya si mandaba pero se le atribuyen muchas cosas sin razón. "Memoria historica".

GPA dijo...

Yo también crecí leyendo "Selecciones del Reader Digest". Los teníamos (y siguen allí) en la cabaña del monte y nos entreteníamos leyendo al anochecer con una farol de petróleo.
En cuanto a la enseñanza del francés bien sabe Buridán que seguimos en España la inercia de los tiempos en que el francés era la lengua básica en las relaciones internacionales. De hecho el inglés se comenzó a expandir por el mundo tras la II Guerra Mundial. Todavía hoy, en materia de ferrocarriles, la UIC emplea como lengua de trabajo el francés.
Hace poco salió por TV un documental en que se veía (y escuchaba) a Franco hablando en inglés (hacia 1938) para justificar su "cruzada". Por cierto, me recordó a Aznar expresándose en el mismo idioma.