PREDICAR Y DAR TRIGO

Recibes hace unos días un correo electrónico con un archivo adjunto. Lees por arriba y por abajo pero no incluye ningún número de cuenta, por lo que estás obligado a ponerte en contacto con el remitente, porque no es cuestión de iniciar un diálogo para besugos por el ciberespacio.

Quedáis para tomar un café y luego otro y, restando todavía un montón de asuntos de conversación, hubo que cortar porque el interlocutor, de vacaciones, tenía que servir unas comidas en la cocina económica. Pocas mañanas habrá más provechosas y entrañables, que tiempo quedará, aunque sea a horas intempestivas, para ir elaborando entretenidas estadísticas o cursando la austera prosa burocrática con el correspondiente sello de salida.

Te cuenta cómo se inició todo con un viaje a África hace unos años, cómo va uno con unas ideas preconcebidas sobre el sida y regresa con otras. Vas pensando que aquello es el reino de la promiscuidad y que ancha es Castilla y ves que todavía hoy confían en los primitivos sangradores, discípulos quizá sin saberlo de Tigre Juan, héroe del Fontán, al que Pérez de Ayala anuncia como “Tigre Juan, memorialista, amanuense y sangrador”.

Llegas al poblado, te bañas en el río, ves los cuerpos semidesnudos de niños y jóvenes llenos de tatuajes y preguntas si significan algo. Te dicen que no son tatuajes, que son cicatrices de sangrados, un corte en un costilla para el dolor de estómago, uno en el hombro derecho para el mal de ojo, otro en el antebrazo izquierdo para la incontinencia de orina y así sucesivamente. Y que esos sangrados se los practican con una única cuchilla de afeitar, común para todos hasta que desparece el corte. Y supones que algo tendrá eso que ver con la propagación del sida.

Y te explican que no se conforman con publicar un número de cuenta y recibir una pequeña o una gran ayuda, sino que quieren que la gente les escuche y que sepan qué se va a hacer con ese dinero.

Y te lo explica alguien bien versado en otros tiempos en el marxismo, alguien que desde el Seminario organizó la UGT cuando empezaba a salir de la clandestinidad y fue catapultado hasta la ejecutiva federal, alguien que recibió hace unos años el premio Mierense del Año por su labor solidaria y que desarrolla esa función con tal discreción que su propio alcalde, al entregarle el premio, dijo desconocer que se dieran esas circunstancias entre sus propios funcionarios.

Desde aquel tiempo veis imprescindible conjugar caridad y justicia, ayudas concretas y grandes proyectos, y os acordáis de una lectura de juventud, “El mito del eterno retorno” de Mircea Elíade, que tanto sirve para explicar las distintas fases del pensamiento de las personas, como la evolución de la historia o los vaivenes de una amistad.

Una vez más, orgulloso de tus amigos