ZAPATERO EN TELEVISIÓN

Escribes este suelto sin más contaminación que algún inevitable comentario intercado con tu mujer al hilo de alguna pregunta o alguna respuesta, pero sin poner la radio ni la tele ni navegar por Internet hasta después de escribir y colgar estas líneas.

Pasas los minutos previos en la cocina aliñando uno de esos experimentos que tanto te gustan: en esta ocasión coincidió una ensalada de vainas, castañas cocidas y lechuga, y de verdad que está buena. Claro que si previamente partes a hurtadillas unas rajas de chorizo y echas un trago de vino, para qué más.

Mientras te entretienes con la ensalada pones Radio 1 para estar atento a los prolegómenos y, sobre todo, para vez empezar el programa, porque tienes especial interés en la puesta en escena, en vista del énfasis de los comentaristas en destacar que Zapatero no supo qué hacer con las manos en su programa anterior. No sabes si se trata de una crítica o, si esto es lo peor, que están comprados. Finalizado el programa no sabrías decir qué hizo con las manos, pero te pareció que no se le notó incómodo.

Te pareció que el mayor aprieto fue la pegunta que le hizo el cura manchego para que respondiera personalmente a si creía que un feto humano tenía vida. Zapatero contestó con habilidad zafándose de la pregunta y remitiéndose a la conocida sentencia del Tribunal Constitucional. El cura insistió y Zapatero se defendió hasta que Milá acudió en su rescate y pitó:

- ¡Tiempoooo!

Pasó un mal trago con el cura y también con el Inspector de Sanidad de la gomina.

Nada oíste de la cuestión autonómica, y eso que hay unas elecciones a la vista. Ahora toca hablar de la crisis. El primer tercio del programa fue un monográfico sobre la crisis. El Presidente tenía bien aprendida la lección negando haber entregado fondos a la banca, solamente haber “respaldado”. Eso sí, ahora ya no es crisis financiera, sino económica, pero nacida en Estados Unidos. Como te pierdes en el perifollo de declaraciones, le preguntas a tu mujer si es verdad lo que dice Zapatero y te dice que sí. En esto confías en tu mujer, que algo sabe.

Zapatero barrió para casa apoyando sendas ideas de autonomías socialistas, la asturiana a cuenta de la colaboración policial en los centros escolares, y la extremeña con su idea de unificar las vacunas en todo el territorio nacional.

Enrevesado te pareció la defensa de su sentada ante la bandera de Estados Unidos, que según él no fue tal. Te temes que esas explicaciones farragosas caerán en piedra y el personal seguirá con la interpretación sencilla: que se quedó sentado al paso de la bandera de un país que había entablado una guerra injusta.

Por momentos el rictus del Zapatero te pareció el que con tanto acierto dibujan Mingote en el ABC o Ricardo en El Mundo, con ese gesto hirsuto que mezcla tensión y perplejidad.

Estuvo acertado al seleccionar como su mayor error las declaraciones del día anterior al atentado de la T4, cuando daba casi por derrotado al terrorismo. Al fin y al cabo, ahora la inquietud número uno de los españoles es la crisis y bien está destacar que el error se cometió en una preocupación que ahora no es la principal. Es como cuando en una entrevista de trabajo te preguntan por tus puntos débiles y dices que tu gran ambición.

Al finalizar, salir a saludar a la joven con síndrome de Dawn fue un gesto previsible, que es difícil de interpretar si es sincero o de cara a la galería, pero ¿hay algo que no se haga de cara a la galería?

¿Qué dirá la prensa los próximos días? ¿Coincidiréis?