2008/07/10

EL TIEMPO QUE PONE Y QUITA RAZONES


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Buscando esquelas en viejos periódicos para completar el
superbosque genealógico, a la fuerza te detienes en otras noticias, en otros anuncios, en las alineaciones de los equipos de entonces, en las páginas de sucesos que siempre ocurrieron pese a que dicen que “esto” está peor que nunca.

Ves por ejemplo La Nueva España del 23 de octubre de 1966 y la Uralita era maravillosa. Por aquella época la Uralita estuvo a punto de costarte un disgusto. Estarías jugando por la zona de la estación de Fierros, tendrías eso, diez años, cuando se levantó una ventolera de mil demonios y juras que viste desprenderse y volar láminas onduladas del tejado del almacén y rachear por la zona donde jugabais a la pelota. Había un tren de mercancías apartado en la topera y un grupo de guajes os refugiasteis debajo de los topes. Años después cuando te juntabas con niños de aquella época y preguntabas si se acordaba de aquello, nadie lo recordaba, pero no lo soñaste.

Lees que el 26 de octubre de 1966 La Nueva España instaló ya un fax, que llamaban Unifax en los titulares y telefax en la letra pequeña. Y tú pensando que el fax era un invento de principios de los años 80. En algunas oficinas en las que trabajaste a finales de los ochenta el fax -todavía decíamos telefax- era la bomba y no todas contaban con ese adelanto.

Te encuentras que en los sesenta, además de farmacias de guardia, había talleres de guardia. Años después, alguna vez lo pasaste mal en algunas vacaciones cuando un domingo te dejó tirado algún coche. Ya no había talleres de guardia.

En esa época, Gijón, siempre más avanzada, había suprimido las pompas fúnebres por la ciudad y Oviedo se lo pensaba.

Lees una entrevista con Emilio Romero, periodista que tienes identificado como adicto al régimen, pero sin embargo en esa época no se corta al llamar a algunas cosas por su nombre. Seguimos en 1966.

Más adicto al régimen era entonces el que ahora es llamado Don Manuel, antes Manuel Fraga y anteriormente Fraga Iribarne. Por raro que parezca la declaración de Fraga aparece a la izquierda. Sin embargo lo más interesante está a la derecha: la noticia de un choque de dos trenes entre Lugones y Lugo de Llanera en 1964. Estando de militar en León conocerías al factor de circulación que estaba de servicio en la estación de Lugo de Llanera. Desgraciadamente siempre te acuerdas de esas cosas, que dejan secuelas en quienes las padecen, en sus familias y también en quienes saben lo que ocurrió y por qué ocurrió.


Para celebrar el hallazgo de tan sorprendentes noticias, ¿qué mejor que detenerse a contemplar durante algo más de media hora la catedral de Oviedo a punto de ponerse el sol?

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