Un lunes cualquiera, que no fue este último ni el anterior ni el anterior al anterior, con la primera parte de la jornada cumplida te das un garbeo por la calle Gascona, que, aclaras para los foriatos, es el bulevar de la sidra de Oviedo. Todos se ponen de acuerdo para hacerte una faena los lunes porque cierra tu lugar habitual de El Fontán, cierra El Valle, cierra el Muñiz, y no tienes más remedio que acercarte hasta el Villaviciosa, por ejemplo.
Lees La Voz de Asturias o el Comercio, el periódico que esté libre, o incluso La Nueva España, aunque la estudiarás a fondo en casa después de comer o por la noche. Pones la oreja, charlas, ves la tele, observas el panorama.
Ves que un antiguo camarero de la sidrería ahora está de cliente con un mono de pintor, crees recordar. Te dices:
- Vaya, la precariedad laboral, pero si era competente. Ahora ya no hacen fijo a nadie, ni a los mejores. Bueno, habrá comprendido que el mercado está así y no quedó a mal con Severino, el dueño.
Hace un par de días, saliste con tu mujer a tomar algo por la tarde, cuando, pasando por la calle Gascona, ya de vuelta a casa, ves salir a aquel camarero…y a un doble, un hermano gemelo.
Y nuevamente meditas sobre los prejuicios, las hipótesis fallidas y las conclusiones aventuradas.
1 comentario:
Jajaja, qué bueno!
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