2022/02/05

DE FACEBOOK (días 3 y 4)

LECTURA DE LA PRENSA. COSTUMBRISMO
Todos los manuales de Derecho Constitucional y de Derecho Administrativo y todos los partidos, mientras están en la oposición, critican las leyes ómnibus y los decretos-leyes ídem que aprovechan para mezclar churras con merinas en leyes que son un batiburrillo, tal como ocurrió con la prórroga de las mascarillas en exteriores, que se mete en el mismo saco-ley que una paga extra a los pensionistas y otras materias. Encima el Gobierno teniendo que pedir apoyos para una norma absurda. De esas críticas se olvidan cuando ocupan el gobierno.
Uno no está de acuerdo en absoluto con José Luis García Martín y su cruzada antivacuna, pero alguna razón tiene cuando cuestiona las palabras del presidente asturiano sobre la obligatoriedad del certificado Covid, ya decadente. La inutilidad intrínseca del certificado fue palmaria, pero el presidente destacó que, gracias a su obligatoriedad, se consiguió vacunar a cinco mil asturianos. Dice García Martín, que no es jurista, sino escritor, gramático, crítico literario y más cosas, que el presidente pudo cometer un delito de coacciones: “El que, sin estar legítimamente autorizado, impidiere a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años o con multa de 12 a 24 meses, según la gravedad de la coacción o de los medios empleados”. Traído por los pelos, pero ¿quién sabe?
Como es sabido, uno lee siempre que puede El País, y hace por poder. Tradicionalmente leyó la edición general o edición-España, pero durante los últimos tiempos caía en sus manos (en su pantalla) la edición local de Madrid, que incluía a veces una columna de Sergio C. Fanjul, autor de unas crónicas que era una especie de impresionismo madrileño. De hecho, la sección se llama, o llamaba ‘Bocata de calamares’, porque se despide ya. Uno no siempre se detiene en las páginas dedicadas a Madrid, pero hoy, casualmente, cayó en la última crónica de Sergio, asturiano, como su apellido Fanjul denota. Comenzaba así: “Decía Julio Camba que a él le daban el mar y lo convertía en un artículo. Lo mismo con las catedrales góticas, y los buques de guerra, y los campos sonrientes, y la primavera: artículos. (…) A eso nos hemos dedicado unos cuantos durante los últimos años en unas columnas que, por motivos, editoriales, ahora tocan a su fin. Así que es un buen momento para dedicar una oda al periodismo local, tantas veces vilipendiado. Tengo la impresión de que este periodismo no tiene en estos tiempos demasiado arraigo en Madrid. En mi Asturias natal la ciudadanía tiene la prensa regional como algo propio y la lee con fruición, muchas veces en cafeterías bares y sidrerías: si apareces ahí, se entera toda Asturias. El madrileño vive algo ajeno a su prensa local, quizá porque los grandes periódicos de Madrid son locales, pero también nacionales, pero también internacionales e incluso globales, como este. Cuando llegué a esta ciudad, hace 20 años, me sorprendió que en el lugar donde se corta el bacalao hubiera tan poca prensa en los bares y tan poca gente leyéndola. Yo esperaba encontrar tertulias en los cafetones, prensa muy sobada y señores discutiendo a gritos sobre la guerra de cuba, pero nada (…). El periodismo de cercanías es importante…. FIN. Uno se siente identificado con Sergio Fanjul. En el mundo ocurren todos los días sucesos terribles, acuerdos y desacuerdos políticos y económicos trascendentales o que pueden llegar a serlo, pero esas noticias le aburren, o bien desiste de dedicarles un tiempo porque no las entendería, bien por su complejidad, bien por falta de interés en captar los entresijos. Eso no quita para que uno se siente tantas veces ridículo cogiendo el rábano por las hojas. Como prueba de su paisismo (paisismo crítico a veces, más últimamente) al cumplir medio siglo de vida, la hermana le dedicó dos álbumes fotográficos, uno se titulaba ‘Recuerdos’, otro ‘Árbol genealógico’. La foto del álbum de recuerdos era el propio homenajeado leyendo El País.
Habla Manuel Jabois, también en El País, como de pasada, de la manía de grabarlo y fotografiarlo todo, lo que peligra acabar con las ensoñaciones y con las batallitas, porque o hay foto/vídeo/audio, o los hechos no existieron. “Efectivamente: compartamos algo que haya durado poco y que solo hayamos vivido nosotros, que no se pueda compartir en redes o en WhatsApp, y que se cuente, claro que sí, pero que cada uno lo cuente a su manera, sin ayuda de imágenes o audio, recordándolo como pueda o como quiera hasta convertirlo en una especie de leyenda. Sentirse especial por haberlo vivido, hacerlo algo antiguo. Una historia sin pruebas, que se sostenga solo por la fe de quienes la escuchan, y que sus testigos la cuenten como los amigos del colegio y del instituto nos contamos cada año hechos de hace 30 años sin una sola prueba aportada más allá de la seguridad de haberla vivido, y la complicidad de saber que esa historia ya es la que cada uno quiere, sometida al capricho de la memoria de cada uno (…). Si no llega la vida, llega la literatura”. FIN. Efectivamente, uno participa periódicamente de este tipo de encuentros. Muchas aventuras están olvidadas y solo permanecen aquellas que se contaron muchas veces, pero a base de narrarlas, las fronteras entre la realidad y la ensoñación se vuelven borrosas. ¿No te acuerdas de aquella vez que…? Y asientes, pero en realidad no te acuerdas de nada, o por mejor decir, te acuerdas de que el año pasado se contó lo mismo, exactamente lo mismo.
No siguió uno en absoluto el concurso para elegir la canción que representaría a España en Eurovisión. Al final decidió escuchar por una vez las dos canciones más polémicas: la finalmente ganadora y la de Las Tanxugueiras. Son dos estilos totalmente contrapuestos, incluso dentro de la modernidad de su puesta en escena. Uno se siente más identificado con el ritmo gallego de las pandereteras, descarado en las formas. La canción finalmente seleccionada, descarada en el fondo, le parece a uno que asume comportamientos rayanos en la violencia. Psicológica y sociológicamente está uno más cercano a aquel mundo que a este otro que uno ve próximo a las bandas hispanas.
El País editorializa sobre la corrupción. Estamos pendientes de trasponer una directiva comunitaria que protege a los comunicantes anónimos que informen de casos de corrupción. Dice así: “El estigma del chivato o el delator pertenece a sociedades democráticamente inseguras porque aspira a condenar al ostracismo del clan y el silencio de la tribu a quien denuncia el latrocinio”. Será, si el País lo dice, pero uno nunca había asociado al delator con ese eufemismo de las sociedades democráticamente inseguras,
El Museo de Bellas Artes va a incorporar una serie de cuadros en depósito pertenecientes al Museo del Prado. Entre los cuadros, una escena de un mercado en un pueblo de Asturias. La visión de esta escena, junto a la lectura de un párrafo del libro de Sánchez Dragó, le trajeron a la mente la historia contada ayer en esta página de Facebook, que retoma un recuerdo del año 2007.
¿Y esta esquela de El Correo, qué?
La viñeta de El Correo tampoco está mal.
Siguen cosas en el tintero, pero no se puede abusar.

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LECTURA DE LA PRENSA. BUSCAR Y ENCONTRAR
Hace unos días Jordi Nadal escribía en La Vanguardia un artículo titulado “El placer de buscar”. ¿De buscar qué? Da lo mismo porque uno lo recondujo al placer de buscar información, para documentarse por ejemplo, para no escribir una incoherencia absoluta. No obstante, uno no disfruta buscando, buscando se entretiene, como disfruta es encontrando. A veces se consigue y a veces no. Por ejemplo, ¿dónde puede encontrar datos que confirmen o contradigan el siguiente punto? Gabriel Albiac escribe un artículo en ABC titulado ‘Pedofilias’, que termina con esta frase, parcialmente destacada también en la entradilla: “Conviene ser muy cuidadoso. No es a una Iglesia concreta a la que acecha el monstruo de la pederastia. Es a toda institución que se consagre a la enseñanza: o más bien a todos sus miembros. Los porcentajes de agresión sexual son básicamente los mismos en cualquier colectivo que trabaje con niños. E idéntico ha de ser el rigor de la ley con todos ellos”. Uno ni siquiera intenta buscar el dato estadístico. Quizá se pueda encontrar en la red, pero no a la primera. ¿Albiac tiene el dato? ¿o lo inventa para ‘comprender’ a la Iglesia Católica? Uno no lo sabe y realmente le gustaría saberlo simplemente por el placer de conocer la verdad. No está uno de acuerdo con la última frase de Albiac, esa que proclama que idéntico ha de ser el rigor de la ley con todos ellos. En un psicólogo o en un religioso o en un monitor de un centro de acogida uno ve un plus de malicia superior al que pudiera mostrar un profesor de danza o de trabajos manuales, pero no es ese el dato relevante, sino el del porcentaje de agresión por colectivos.
La mayor parte de las noticias presenten varias lecturas. Por ejemplo, si uno lee que el 90% de los decesos por covid en residencias no ha llegado a los tribunales según Amnistía, parece como si los mayores no importaran a la fiscalía y a los juzgados. Uno se queda con el dato positivo de que el diez por ciento sí llegaron. Si ese diez por ciento se investiga hasta el final, uno se daría por satisfecho objetivamente. Por suerte, no conoció a nadie muy cercano que hubiera fallecido en una residencia con sospecha de relajación de cuidados.
Hace unos días leyó uno una noticia con un titular llamativo: “Los vecinos del Noroccidente denuncian ‘fraude de la ley’ en proyectos eólicos”. A uno le llamó la atención el entrecomillado ‘fraude de la ley’, entendiendo que si se remarcaba así es que los vecinos se habían referido en esos términos a tal fraude. Los vecinos no tienen por qué ser conocedores de la jerga jurídica, y pueden pensar que es correcto hablar del fraude de la ley, cuando no lo es, porque a la expresión correcta le sobre el artículo. A uno le picó el interés y revisó el interior por ver dónde se hablaba de tal fraude y resulta que en el texto figura la expresión correcta “fraude de ley”. Lo que a uno le extrañó es que en el periódico enmendaran la plana al autor de la frase y, sobre todo, que la enmendaran mal. Cuando uno no está familiarizado con un término corre el riesgo de equivocarse. Tampoco es ningún oprobio si es una persona al que no le es exigible un cuidado exquisito del lenguaje. A uno le recuerda un jefe que hablaba con mucha contundencia y seguridad del ‘cuadro de mandoS’. En realidad, cuando se desconoce el origen de la palabra, se podía pensar que era el cuadro que se elaboraba para que los mandoS tuvieran la información periódica básica (semanal o mensual normalmente) para gestionar adecuadamente el departamento que encabezaban. Uno tuvo un par de jefes que eran auténticos patanes, alguno peleado a muerte con la ortografía, pero no por eso desempeñaban mal su trabajo ejecutivo porque eran perspicaces, intuitivos, tenaces y manejaban genialmente los contactos. Uno tuvo jefes fríos, otros atrabiliarios, y quizá el más frío y brillante de todos pasó por momentos de aprieto políticos y judiciales cuando después de gestionar el ferrocarril, se encargó de los aeropuertos.
Varios de tales jefes tuvieron anteriormente experiencia sindical. También la tuvo, por lo que dice LNE de hoy el Consejero de Sanidad del Principado, Pablo Fernández, antiguo delegado del SIMPA, sindicato de médicos, sindicato que pide la reprobación del Consejero, su antiguo compañero, presentando un pliego con 450 firmas de médicos. Uno tuvo muy limitadas responsabilidades unos cuantos años después de haber sido durante unos meses miembro del comité de centro de trabajo. Ante un cambio de opinión, la sentencia no admite apelación: antes como antes y ahora como ahora. Que la vida hace que no siempre se esté en el mismo papel es lógico: el hijo a veces es padre; el alumno, profesor; el paciente, médico; el cornudo, corneado; así y todo, por dignidad para con uno mismo, un poco de coherencia no está mal, aunque solo sea para autojustificarse.
Hablando de cuernos, y dado que se celebra el centenario del Ulises de Joyce, se cuenta que Estelle Oldham rechazó a William Faulkner para irse con otro. Luego volvió con él y se casaron, pero como castigo la obligó a leerse la obra de Joyce durante el viaje de novios. Seguramente será una boutade. Boutade o no, un apreciado profesor de Derecho Civil contaba durante las clases que en los juzgados se alegaban los más variopintos motivos como causas de divorcio, por ejemplo, se conocía el caso de varios profesores de filosofía que se juntaban en el domicilio de uno de ellos para hablar de las teorías de Kant delante de la señora de la casa, que pidió el divorcio por ese motivo, por crueldad mental. Seguramente Faulkner fue cruel mentalmente con su esposa obligándola a leer el Ulises, aunque sea una obra cumbre.
A veces lee uno una noticia y queda tan contento de haber sacado sus propias conclusiones, que prefiere no indagar más, por ejemplo cuando lee en El País que en España se cumplen solamente el 25% de los fallos judiciales que implican pagos de dinero, según noticia filtrada por el Consejo General de Procuradores, que aprovecha para pedir más intervención y mayores medios telemáticos para que el porcentaje se eleve. Uno no se lo cree, sin más. Uno cree que la falta de medios materiales puede retrasar el cobro, pero no tanto como para convertir en incobrable el 75 de los derechos de cobro generados por la sentencia. Las ejecuciones de sentencias son rogadas, no operan de oficio, es decir, una vez conseguida una sentencia, el tribunal no la ejecuta per se (salvo las penales), sino que tiene que se el beneficiado quien inste la ejecución. Uno está tentado de proponer que si el demandante no pide la ejecución de sentencia, aunque haya ganado, debería hacerse cargo de las costas judiciales por los gastos en los que hizo incurrir a la Administración de Justicia. A lo mejor presentó el pleito con el único objetivo de obtener una victoria moral. Si fue así, que pague el honor. Todo esto es lo que había maquinado en una primera lectura, pero resulta que le dio por echar una ojeada a Cinco Días, y este periódico económico dedica su editorial a la materia dándole un enfoque más económico que jurídico al asunto y haciendo hincapié en los millones que quedan fuera del circuito económico por una cierta inacción de la administracion judicial.
Por los juzgados anduvo Iglesias Riopedre, antiguo Consejero de Educación del Principado. Le acaba de morir el hijo por el que el padre puso la cara. Mala suerte el hijo y mala suerte el padre. Organizando los actos fúnebres en la intimidad, evitó el mal trago de echar en falta a los antiguos amigos y compañeros. Alrededor y con motivo de las muertes se suelen pronunciar y escribir palabras que no se dicen en vida. Uno revisa si fue cruel con Riopedre en algún escrito y cree que no https://sipiluchi.blogspot.com/.../riopedre-ex-consejero...
Interesante artículo de Julio Llamazares en LNE, que se pregunta retóricamente si existe Castilla y León. Seguramente Llamazares acierta en la mayor parte de sus apreciaciones.





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