De mano desconfías de las sociedades instrumentales, de las mancomunidades y otras figuras similares por la inestabilidad de que suelen hacer gala. Un cabreo o la legítima creencia de que alguien pone más de lo que recibe, acaban dando al traste con buenos proyectos.
No te gustan esos pactos. Si el ejemplo fuera válido y el Ayuntamiento de Oviedo y el Principado tuvieran que acordar gestionar conjuntamente dos quioscos turísticos en dos puntos de la ciudad, preferirías asignar en exclusiva uno a cada ente. Posiblemente estés proyectando tus recelos hacia el trabajo en equipo. Admites no estar en la moda y en la onda pero te declaras, por principio, contrario a esa modernidad. Prefieres las asignaciones individuales de responsabilidad. A cada uno lo suyo. Clarito. Seguramente subyace el temor a que en un acuerdo así, te la acaban metiendo doblada y no te sueles encontrar con ganas de discutir.
2 comentarios:
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Pues sí, meterla doblada es un acto muy canallesco que siempre descubre el flanco desnudo y te hiere en lo más vulnerable. La desconfianza es muy natural entre profanos y muchas veces, incluso entre tratantes. Hay quien gana mucho en la Bolsa y también quien pierde mucho. En política todos los recelos están justificados. La política, en algunos países aglutina la hez de cada colectivo. Lo del kiosco es un caso paradigmático más de las 'buenas' cooperaciones políticas. El trabajo en equipo es una necesidad cada día más acuciante e imperiosa: la división del trabajo fue un éxito en su tiempo, pero en cierto ambientes no se tolera el 'eso yo no lo llevo'. Desde la escuela primaria se debe ir inculcando en los infantes la asunción de responsabilidades individuales en el trabajo en equipo. Cada palo que aguante su vela para entre todos puedan llevar al barco a buen puerto. Afortunadamente hay empresas donde prima la colaboración por encima de los intereses particulares.
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