2014/07/28

NO SÉ QUE ME HARÍAN AQUELLOS


Es entretenido, además de triste a veces, escudriñar las frase que nos cruzamos en los ascensores con los desconocidos en los hoteles de vacaciones.

Desde la mítica planta catorce, donde estás instalado, inicias la bajada hacia la playa y la lectura, y en el descenso te acoplas a otro veraneante que viene de más arriba cargado de maletas.

- ¿Qué, ya se acabó lo bueno?
- Puf, sí, estuve diez días y ya tengo ganas de volver.
- Bueno, y ahora a coger el ritmo del trabajo.
- No empiezo hasta el miércoles, pero né sé qué me harían aquellos.
- Buen viaje.

¿Cómo las hará él? ¿Si no es el jefe, trabajará a gusto del suyo? Es curioso, pero casi todo el mundo tiene algo que decir del de arriba, del de abajo y del del medio.

Ya instalado debajo de la sombrilla, continúas con Vivir para contarla, de García Márquez y te encuentras con esta frase: “el dramatismo de mi padre reveló una vez más que siempre es posible encontrar un culpable para no serlo uno mismo”.

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