Es costumbre dar y recibir regalos en determinadas fechas: un santo, un cumpleaños, por San Valentín, a veces por aprobar un curso, por culminar un ciclo, por acabar una carrera, pero los santos y los cumpleaños, cada uno los tiene en su fecha, un éxito académico se celebra durante pocos años en la vida y no todo el mundo se encuentra con ánimos de intercambios por San Valentín. Donde hay una coincidencia cósmica, todos a una, es el 6 de enero. Ahí se dan y reciben los artículos más variopintos, unos muy deseados y otros en los que a duras penas se disimula la cara de perplejidad.
Aquí está lo bueno: los regalos perplejos son los que acaban cambiando los gustos personales porque la gente es cortés, y...
- un patán de los fogones recibe el libro de las doscientas recetas de la carne a la piedra, acaba agenciándose una piedra y renegando de los pescados.
- un escéptico de los sombreros, para el otoño siguiente habrá exhibido sobre su calva un panamá, una boina mañanera y un sombrero de ala ancha junto a la visera navideña.
- la recelosa del fular de seda comprará otro para las rebajas para ir combinando modelos y broches.
- el renegado de la corbata, no tardará en buscar unos gemelos para los días más señalados.
- el refunfuñón del GPS está ya deseando que se le estropee el de Reyes para ir a una versión superior.
Los Reyes, revolucionando gustos y tendencias.
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1 comentario:
A veces las cosas inesperadas te cambian (un poquito) la vida...
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