2021/11/11

DE FACEBOOK (días 8 y 9)

¿Qué orden utiliza uno habitualmente en estas observaciones? Nunca lo había pensado. El que cuadre. En cualquier caso, procura uno agrupar en párrafos consecutivos dos cuestiones que se parezcan: deportes con deportes, actrices con actores, lechugas con mariscos. ¿Hay orden de importancia? A veces sí, a veces no. Hoy lo va a haber. Acudió uno en alguna ocasión a unas lecciones de práctica jurídica y el eminente abogado que las impartió aconsejaba al letrado, sobre todo si era principiante, que si se le había ocurrido una original línea argumental y su postura se alineaba con la del fiscal, tuviera la generosidad de facilitar su argumento al fiscal para que fuera este quien lo expusiera, porque, si lo que quería era ganar el caso, como el juez iba a prestar más atención al fiscal que al abogado y concederle una mayor credibilidad, al final su cliente saldría ganando aunque su ego perdiera ocasión de lucimiento. Todo este excesivo prolegómeno es para, con la disculpa de una muy interesante página de El Correo sobre la oficialidad del asturiano (no hay manera de librarse de la cita diaria), aconsejar la lectura de un extenso artículo de Ramón d'Andrés en su página web. Es larga pero merece la pena. Seguramente no publicará uno nada más atractivo que eso. https://elmiradoriu.wordpress.com/.../es-falso-que-la.../

Por aquello de agrupar materias, aunque en sentido contrario, interesa también leer la interesante y bravía reflexión de Joaquin Arce sobre la oficialidad. Cabe observar que su opinión se mueve en el terreno político, no en el científico.
Ahora una original reflexión de X. X. Sánchez Vicente. Como es posible que se consiga la mayoría necesaria para cambiar el Estatuto de Autonomía e incorporar el asturiano como lengua oficial, pero no exista mayoría para desarrollar la ley correspondiente por falta de tiempo en esta legislatura (y a lo mejor no se consigue la mayoría necesaria en las siguientes elecciones) “la cooficialidad no sería más que una palabra espetada en el Estatuto, como un coleóptero disecado y clavado con alfileres, pues no podría ponerse en práctica”.
Para terminar con esto del asturiano (por hoy, no hay manera de cumplir la autopromesa) se habla de un pacto para fijar en el propio Estatuto que para aprobar la futura ley del asturiano sean necesarios los mismos 3/5 de votos que para modificar el Estatuto. Uno cree que esa estipulación sería inconstitucional porque un Estatuto no puede establecer un sistema de mayorías diferentes para aprobar según qué tipos de leyes, una especie de ley orgánica dentro de la jerarquía de las leyes asturianas.
Queda uno pasmado de la creatividad de algunos ideólogos, no para crear ideas nuevas sino para vestir las ideas viejas con ropajes nuevos. Tal es el caso de Jesús Arango, ex Consejero de Agricultura con Pedro de Silva, que para emponderar (y empoderar) Oviedo como eje norteño de la ruta jacobea escribe así: "En la segunda década del siglo IX, bajo el reinado de Alfonso II, se inició en Oviedo una aventura de peregrinación a la tumba del apóstol Santiago que con el paso del tiempo –con ciclos históricos de peregrinación de mayor o menor intensidad– se ha convertido en uno de los mayores operadores globales de movilidad de personas más sostenible ambientalmente". Genial.
En El Mundo de ayer (a veces aparca uno cuestiones para aligerar y hacer menos indigesta esta página) leyó uno un editorial sobre el asesinato del niño riojano. Uno de sus párrafos reza así: "Asimismo, las centrales sindicales de funcionarios de prisiones han puesto en cuestión la reciente orden sobre pluses de productividad para los directores de los centros, ya que desde la llegada al ministerio de Grande-Marlaska se premian las progresiones al tercer grado, si bien para los condenados a menos de un año y con unanimidad de la junta de tratamiento". Varias consideraciones. 1/ Inapropiado que El Mundo acumule en ese editorial dedicado a un crimen horroroso toda la lista de posibles errores del ministro en materia de seguridad o en materia penitenciaria. No se pueden mezclar churras con merinas, o bien no se puede titular de esa forma el editorial. 2/ En cuanto al fondo del asunto, increíble que se establezca ese criterio en el cobro de objetivos, que anima a otorgar libertades con la promesa de unos eurillos para algún alto funcionario. Si la progresión es automática con la unanimidad de la junta de tratamiento, que no se incluya entre los objetivos. Uno tiene una idea perversa del cobro de objetivos en la empresa pública en la que trabajó. Al final se decidía por arriba que el común de los mortales tenía que percibir en ese ejercicio el 98,75% del objetivo establecido y había que inventar en qué capítulo o que objetivo se había incumplido para deducir ese 1,25% que dista del cien por cien.
Una ligereza de fútbol para terminar. Dice así un titular de LNE en relación con el partido del Oviedo, que empató en casa con Las Palmas. "El árbitro, despedido con una gran bronca, quiso ser protagonista". No fue, sino quiso ser. Este es el único párrafo dedicado al árbitro: "También la pudo tener el Oviedo en un derribo de Coco sobre Pombo dentro del área que al árbitro no señaló y que el VAR no entró a revisar. Fue la única jugada polémica para un desastroso arbitraje que le valió una gran bronca ya al descanso, incrementada con creces al final del partido". El cronista es José Palacio. Uno de los comentaristas deportivos habituales de LNE es Nacho Azpárren, que no firma la crónica para LNE, pero sí otra columna sobre el partido pero no valora la actuación del árbitro, simplemente describe que expulsó a un jugador local por reiteradas protestas al final del partido. Azpárren sí escribe la crónica para AS, donde ni alude al árbitro. https://as.com/.../2021/11/06/segunda/1636226732_307207.html
Para Marca el árbitro tuvo una actuación discreta, de hecho le concede una estrella de aprobado. En definitiva, LNE caliente los ánimos y predispone al público en contra del árbitro por si volviera a arbitrar en el Tartiere. Una irresponsabilidad gratuita.
Quedan algunas cuestiones en el tintero...

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Hoy leyó uno dos artículos que apelan a la nostalgia de la adolescencia o de la juventud. Uno en el Comercio y cuenta el reencuentro de un grupo de antiguos soldados, integrantes del Cuerpo de Operaciones Especiales (el envidiado COE; uno cree recordar que se les decía los COES o las COES) bajo el mando del entonces capitán Valiño, hoy coronel. Supone uno que aquella habrá sido una experiencia dura, no en vano esa agrupación era la élite del ejército. A saber qué opinión tendrían del capitán y de los mandos los entonces soldados, que juzgarían absurdas muchas de las órdenes que recibían. En su vida civil posterior tendrían ocasión de emitir instrucciones tan absurdas como aquellas que criticaban. La distancia que da el tiempo cambia absolutamente la perspectiva y la percepción de lo ocurrido.
El otro artículo es de la médica, habitual colaboradora de LNE, Carmen Pérez Novo, que rememora el reencuentro de las antiguas compañeras de Preu del colegio de las Dominicas de Oviedo.
La facilidad que dan las redes y tener alguna buena amistad en Hacienda o en Tráfico o en algún cuerpo militar o paramilitar, facilita mucho la localización de los antiguos alumnos, pero si se es un purista de libro, es imposible organizar nada porque muchos datos se obtienen bordeando la normativa de protección de datos personales. Uno recuerda alguna sentencia en la que se condenaba a los organizadores de un evento de este tipo por elaborar una lista con los datos de los antiguos alumnos sin recabar el permiso de todos para la cesión de sus datos: nombre, teléfono, correo electrónico.
Uno sabe por experiencia que estas reuniones son entretenidas y gratificantes, porque se encarga de organizar anualmente el encuentro de los antiguos colegiales. En general acuden siempre los mismos: los hay que no fallan salvo causa de fuerza mayor; otros acuden con menos asiduidad; otros no fueron nunca y prefieren pasar página; otros acudieron unos años y se cansaron. En realidad los recuerdos son los que son y casi seguro que ya se contaron todos. Es necesario un ejercicio de memoria para no repetir todos los años esas mismas anécdotas que quedaron fijadas en la memoria o en el relato, y a lo mejor no ocurrieron exactamente así. El paso del tiempo hace que algún viejo resquemor quede en pelillos a la mar.
La crisis de los chips de China pone en peligro el reparto de los juguetes que traen los Reyes o Papá Noel. Todo el mundo está de acuerdo en que la mayor parte de los juguetes que se regalan no llegan a estrenarse; de algunos se abre la caja y nunca más se supo de ellos, o los niños acaban arrastrando la caja de cartón como si fuera un caballo y se olvidan absolutamente del contenido. Todos los reconocen pero nadie da el primer paso en el recorte de los juguetes. La escasez de suministros de este año es una ocasión inmejorable para cambiar el chip del regalo, valga el juego de palabras, pero todo el mundo seguirá reservando los juguetes como locos.
Si vienen mal dadas, no podremos acopiar chips, pero El Comercio incluyó una lista de artículos que constituyen un original kit de supervivencia. Habrá que tener a mano a lista.
El Museo del Ferrocarril de Gijón recibe la donación de una de las grandes bibliotecas ferroviarias de España, la de Javier Aranguren coleccionista que eligió el museo asturiano para conservar su legado según informa el Comercio. Entre los miles de objetos de la lista encuentra uno una memoria del año 1946 del ferrocarril marroquí de Larache a Alcazarquivir. A uno le dice algo Larache, porque ahí pasó parte de la mili un tío que uno no llegó a conocer pero en casa se conservaban las cartas que envió desde alguno de sus cuarteles. Es emocionante leer hoy aquellas cartas de hace cerca de ochenta años. No se borró la tinta de aquellos papeles. Cuando se quieran recordar las historias de ahora mismo, ¿Dónde se escribirán y conservarán seguras para que alguien pueda sonreír leyéndolas?
De trenes y perder trenes va también una columna de hace unos días de José María de Loma en LNE y prensa de la cadena. Un artículo entretenido, como todos los suyos, pero en el que desliza la tentación de pasar el rato reclamando a alguien por haber perdido el tren. Que no se considere raro José María porque no sería el único caso.




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