2021/01/16

OBRAS SELECTAS, de Azorín

Al azar tomas de la estantería el volumen Obras Selectas, de Azorín, que son las siguientes: Las confesiones de un pequeño filósofo; Castilla; Lecturas Españolas; El paisaje de España visto por los españoles; El caballero inactual; Andando y pensando; Tomás Rueda; y Salvadora de Olbena. 

Las confesiones ya las habías leído y subrayado de joven. Te sorprende que entonces te llamaran la atención párrafos que no sabes qué te pudieron decir. Por el contrario, ahora descubres nuevos matices. Las confesiones cuentan anécdotas de la vida de Azorín desde la infancia, su paso de ocho años por el internado, los profesores…(Una observación especial al final).

Tanto Las confesiones como el resto de obritas son textos cortos, a veces de dos páginas, que se leen con agrado.

Muchos son los temas que toca: Castilla;  los ferrocarriles (con unas historias melancólicas y otras tristes de trenes); la esperanza en sus potenciales pacificadoras; el asombro por la innovación técnica que supone; la ruptura admirada del paisaje; las tristes y desvencijadas fondas; el progreso técnico, no paralelo al progreso humano; la melancolía, indiferente a los avances técnicos; la querencia de Castilla por el mar; la noche y el temor a la muerte; la antigua mesonera principal que vuelve treinta y cinco años después al mesón y nadie la recuerda; la rutina de la vida repetida, la que fue y la que será; los jardines abandonados, tristes reflejo de España o de la vida; los jardines de las catedrales; el paisaje pelado de las provincias valencianas, que reivindica, no disimulado por selvas arbóreas; sus recuerdos de Biarritz, que se van difuminando;

Algunos artículos dedicados a diferentes regiones españolas en realidad son comentarios de un escritor significativo de la región: Saavedra Fajardo, Clarín, Fernán Caballero, Pedro Alarcón, Rosalía de Castro (llamada indistintamente poeta y poetisa), Mier Fuentes.

Fuera de ese contexto también dedica páginas a Larra, Cadalso (romántico pero sin la emoción del anterior), Proust, Santa Teresa (a la que vuelve reiteradamente, incomprendida por su confesor).

La obra que más te sorprendió fue Andando y pensando, donde dedica artículos al progreso, a la Revolución Francesa, a la defensa del proletariado; a la libertad de enseñanza como enseñanza sin ataduras; al europeísmo; al comunismo; a un feminismo rabiosamente radical por la radical igualdad del hombre y la mujer con visiones de futuro sobre la necesidad de una igualitaria dedicación a los hijos. Anima a la mujer, y de paso al hombre, a reflexionar, a leer meditando, a fijar ideas por escrito. Las Obras Selectas no siempre incluyen la fecha de cada artículo, pero ‘Andando y pensando’ tuvo que escribirse antes de la dictadura franquista. Hasta ahora tenías la idea del pensamiento político conservador de Azorín, aunque llegó a marchar de España al iniciarse la guerra civil para volver pronto. Quizá fue Azorín un escritor acomodaticio, o simplemente no fue un valiente y prefirió seguir con su vida de escritor obviando materias donde la censura pudiera intervenir. Esa consideración no resta un ápice de la belleza de su prosa.

En la última obra de la selección, Salvador de Olbena, ves una cierta experimentación: con cualquier pretexto describe con precisión los sonidos y las luces de la noche; dibuja un personaje desde el punto de vista de los otros, incluso desde el punto de vista de las casas y de la huerta, la visión final y definitiva.

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En Las confesiones…el capítulo XL se titula “Esas mujeres”. Comienza así: “¿No habéis encontrado nunca en vuestra vida una mujer que os ha hechizado durante un momento y que luego ha desaparecido? Esas mujeres son como estrellas que pasan rápidas en las noches sosegadas del estío. Habréis encontrado una vez, en un balneario, en una estación, en una tienda, en un tranvía, una de esas mujeres cuya vista es como una revelación, como una floración repentina y potente que surge desde el fondo de vuestra alma. Atal vez esta mujer no es hermosa…”. Tú pensaste muchas veces en esa mujer ya sin cara, estaba un verano en la estación de Calzada del Coto, crees recordar que vestía algo de colora naranja, seguramente era muy guapa. No recuerdas más. Por supuesto, no le dijiste nada, seguramente ni te habrás atrevido a mirarla, no fuera a sorprenderte en ese acto tan osado. Habrás leído por esas fechas “Las confesiones de un pequeño filósofo” y por eso te quedó fija esa imagen, que se acabó difuminando. ¿Quién sería? ¿Qué sería de ella?



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