2013/04/23

QUIJOTES Y SANCHOS

Para celebrar el día del libro le dices a tu mujer que elija un número entre el 8 y el 823. Escoge el 324. En consecuencia abres El Quijote por esa página, que resulta ser el final del capítulo XLII de la primera parte “Que se trata de lo que más sucedió en la venta y de otras muchas cosas dignas de saberse”.

En resolución, todos quedaron contentos y alegres del buen suceso del cautivo; y como ya la noche iba casi en las dos partes de su jornada, acordaron de recogerse y reposar lo que de ella les quedaba. Don Quijote se ofreció a hacer la guardia del castillo, porque de algún gigante o otro malandante follón no fuesen acometidos, codiciosos del gran tesoro de hermosura que en aquel castillo se encerraba. Agradeciéronselo los que le conocían, y dieron al oídor cuenta del humor extraño de don Quijote, de que no poco gusto recibió.
Solo Sancho Panza se desesperaba con la tardanza del recogimiento, y solo él se acomodó mejor que todos, echándose sobre los aparejos de su jumento, que le costaron tan caros como adelante se dirá.
Recogidas, pues, las damas en su estancia, y los demás acomodándose como menos mal pudieron, don Quijote se salió fuera de la venta a hacer la centinela del castillo, como lo había prometido.

En los antiguos billetes de mil pesetas, los verdes, circuló uno con la efigie de Galdós y la frase “y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde”. Siempre hará falta alguien que dé la cara y, haciendo de Quijote, permanezca vigilante por si surge algún follón o follonero que quiera hacerse con las hermosuras o con las materias tangibles. Alguien lo agradecerá, aunque sea un extraño comportamiento, un raro humor.

Otros Sanchos, más prácticos y triunfadores, vivirán mucho mejor, pendientes de asegurar el jumento, que es suyo, y si pueden, hacerse con alguno más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, sabemos lo que es ser sancho y lo que es ser quijote. Que no hay que ser Quijotes, que no hay que meterse en aventuras, que hay que dejarse de libros de caballería, que el que se mete a redentor lo crucifican, ...