Dejando aparte los correos electrónicos directamente relacionados con el trabajo, recibes un buen montón de correos electrónicos y también mandas alguno aunque en cuantía descendente, piensas.
Alguna vez te tomaste la molestia de analizar de qué iban, casi se podría decir “de qué pie cojeaban”. Te preguntas si los remitentes están de acuerdo con el contenido del mensaje. Sí, evidentemente, si te mandan correos con textos de Pérez Reverte, xenófobos, progolpistas, o sobre los sueldos de la mujer de Montilla o de las casas de Pepiño Blanco o incluso sobre el número de cargos/cargas públicos que tenemos en España.
Muy excepcionalmente alguien puede mandarte un texto descriptivo, neutro, simplemente para meditar, o incluso una viñeta graciosa sin connotaciones especiales.
Cuando lo recibes, pasa un primer control de calidad. Los de Reverte y de su ralea caen directamente a la papelera de reciclaje a los pocos segundos. Cuando se trata de un artículo o una viñeta de opinión, le haces un segundo control ¿el remitente me lo manda porque está de acuerdo o simplemente porque le parece interesante?
Tú haces lo propio, pero cuando mandas algo no le pones una cruz en el envío para que se aclare el destinatario: este correo va como simpático, este lo suscribes, este es para que pienses un poco, este para que te fijes en el párrafo cuarto. No, en general los mandas sin más.
Sin pensar, simplemente porque lo encontraste simpático y hasta acertado, remites a tu hija la viñeta de Forges de EL PAÍS del lunes, pero ella, bancaria, te responde a vuelta de correo.
Alguna vez te tomaste la molestia de analizar de qué iban, casi se podría decir “de qué pie cojeaban”. Te preguntas si los remitentes están de acuerdo con el contenido del mensaje. Sí, evidentemente, si te mandan correos con textos de Pérez Reverte, xenófobos, progolpistas, o sobre los sueldos de la mujer de Montilla o de las casas de Pepiño Blanco o incluso sobre el número de cargos/cargas públicos que tenemos en España.
Muy excepcionalmente alguien puede mandarte un texto descriptivo, neutro, simplemente para meditar, o incluso una viñeta graciosa sin connotaciones especiales.
Cuando lo recibes, pasa un primer control de calidad. Los de Reverte y de su ralea caen directamente a la papelera de reciclaje a los pocos segundos. Cuando se trata de un artículo o una viñeta de opinión, le haces un segundo control ¿el remitente me lo manda porque está de acuerdo o simplemente porque le parece interesante?
Tú haces lo propio, pero cuando mandas algo no le pones una cruz en el envío para que se aclare el destinatario: este correo va como simpático, este lo suscribes, este es para que pienses un poco, este para que te fijes en el párrafo cuarto. No, en general los mandas sin más.
Sin pensar, simplemente porque lo encontraste simpático y hasta acertado, remites a tu hija la viñeta de Forges de EL PAÍS del lunes, pero ella, bancaria, te responde a vuelta de correo.
Tendrás que mirar con lupa qué le mandas a tu hija, salvo que el envío vaya encabezado con un prólogo introductorio.
5 comentarios:
El copyright lo tiene mi gran amigo Javi. Pero yo lo suscribo al 100%!
La_Nenina
Todas esas preguntas tienen una fácil respuesta, los únicos culpables son Los Bancos y el Bancón: conocido como Banco de España. Con una sola medida,todo arreglado: Si pides un crédito tienes que tener el 20% del total del valor hipotecado.
Por cierto los bancos cuando daban créditos pensaban-¡conocedores de su situación económica!- que cuando el prigao no pueda pagar nos quedamos con la casa y ganamos más, ¡el doble por ejemplo! (que ye lo nuestro). La prueba que los bancos no fueron responsable de nada es que los hubo que ayudar con dinero publico.
Por cierto el precio de la vivienda sí lo pusieron los bancos, pues los Tasadores estaban estrechamente relacionado con la entidad bancaria y sobrevaloraban los pisos.
Todos somos ya mayorcitos. Tanto tiempo aborreciendo a ese estado paternalista que te decía lo que tenías que hacer, lo que era bueno y malo, promovía las viviendas al lado de las fábricas y minas... y ahora que somos libres y libremente picamos con el timo de la estampita, cuando no se cumplen las avariciosas expectativas que nos habíamos hecho, pues buscamos culpables por todas partes: los bancos, el estado, los mercados, los especuladores. Es cierto que son situaciones muy dolorosas para el que lo padezca, pero a nadie le pusieron una pistola en el pecho para que comprase un piso.
La culpa siempre está soltera.
En este caso la culpa está casada y bien casada. Supongo que GPA habrá odio hablar de las hipotecas Subprime o Basura. Pues bien estas hipotecas eran de: los que "nadie les puso una pistola en el pecho". Los bancos de inversión hacían con ellas unos paquetes de nombres sofisticados y las introducían en los mercados de N.York y Londres. Cuando los de "la pistola en el Pecho" dejaron de hacer frente a las mismas, vino la gran crisis que estamos padeciendo y al final, se disparo la pistola, en el pecho de todos. Y además mucho cuidado con lo del estado paternalista. A ver si papa estado se enfanda y privatiza toda la función publica entre otras cosas Adifs, Renfes y demás.
¿entre tanto "marido" no hay ninguno con una rosa en la solapa?. ¡ah! que están envolviendolo todo para privatizarlo!.
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