Buridán estaba en su papel y no todo el mundo las tenía todas consigo sobre el anunciado viaje a Santiago de Compostela de los Coros Reconquista de Oviedo y Santiaguín de Langreo. Que la excursión se llevaba a cabo, estaba garantizado; que se cantara en la catedral en el Año Santo el sábado por la tarde, estaba por ver.
Con estas, subís a sendos autocares el viernes camino de La Lanzada, centro de operaciones para atacar Santiago si se ponía a tiro, y en cualquier caso los productos sólidos y líquidos de los contornos.
Seguramente fue decisivo para el buen fin y para ganar a las meigas, la nocturna queimada del mismo viernes, conxuro de por medio pronunciado con poca convicción por un funcionario del hotel, pero en cualquier caso el mensaje llegó a donde tuviera que llegar, a los cielos, a los infiernos o a la cueva de la curuxa.
El sábado por la mañana, tan lejos del Fontán y del picadillo, hubo que conformarse con una paseo por la Toxa, visita obligada en todos los sentidos de la palabra. Para hacer boca, invasión de la capilla y ensayo-actuación improvisada para el que quisiera oiros e, incluso, aplaudir.
A las cinco de la tarde, lograbais entrar en la catedral, no sin dudas y apretones. Ibais ganando posiciones. ¿Lograríais cantar o se torcería algo a última hora? El ataque fue de costado por puerta lateral, haciendo cuña, metiendo el codo.
Los buenos oficios os tenían reservado un sitio cerca del altar y hasta allí llegasteis en posición de firmes, que la formación es tan importante como la armonía vocal.
Sí, íbais a cantar. Era cuestión de fe. El documento gráfico llegará otro día. Creeros también es cuestión de fe porque se oye pero no se ve (de momento).
Estaba justificada la mariscada de la noche.
El domingo por la mañana, también cuestión de fe, pero de otra fe, pudisteis celebrar la victoria de Fernando Alonso antes de embarcar desde O Grove para conocer de cerca las bateas y darse un peligroso atracón de mejillones y de alguna gamba.
Las maletas por lo visto se hicieron solas, que tú no metes las narices en cuestiones de intendencia, y al regreso ya podrás contar a incrédulos, que conoces bien, que desconfiaban de que pudierais cantar en la catedral de Santiago y que pudiera salir todo a ciento veinte euros por cabeza.
Lección para desconfiados, dudosos y buridanes varios.
Con estas, subís a sendos autocares el viernes camino de La Lanzada, centro de operaciones para atacar Santiago si se ponía a tiro, y en cualquier caso los productos sólidos y líquidos de los contornos.
Seguramente fue decisivo para el buen fin y para ganar a las meigas, la nocturna queimada del mismo viernes, conxuro de por medio pronunciado con poca convicción por un funcionario del hotel, pero en cualquier caso el mensaje llegó a donde tuviera que llegar, a los cielos, a los infiernos o a la cueva de la curuxa.
El sábado por la mañana, tan lejos del Fontán y del picadillo, hubo que conformarse con una paseo por la Toxa, visita obligada en todos los sentidos de la palabra. Para hacer boca, invasión de la capilla y ensayo-actuación improvisada para el que quisiera oiros e, incluso, aplaudir.
A las cinco de la tarde, lograbais entrar en la catedral, no sin dudas y apretones. Ibais ganando posiciones. ¿Lograríais cantar o se torcería algo a última hora? El ataque fue de costado por puerta lateral, haciendo cuña, metiendo el codo.
Los buenos oficios os tenían reservado un sitio cerca del altar y hasta allí llegasteis en posición de firmes, que la formación es tan importante como la armonía vocal.
Sí, íbais a cantar. Era cuestión de fe. El documento gráfico llegará otro día. Creeros también es cuestión de fe porque se oye pero no se ve (de momento).
Estaba justificada la mariscada de la noche.
El domingo por la mañana, también cuestión de fe, pero de otra fe, pudisteis celebrar la victoria de Fernando Alonso antes de embarcar desde O Grove para conocer de cerca las bateas y darse un peligroso atracón de mejillones y de alguna gamba.
Las maletas por lo visto se hicieron solas, que tú no metes las narices en cuestiones de intendencia, y al regreso ya podrás contar a incrédulos, que conoces bien, que desconfiaban de que pudierais cantar en la catedral de Santiago y que pudiera salir todo a ciento veinte euros por cabeza.
Lección para desconfiados, dudosos y buridanes varios.
1 comentario:
hay funcionarios en los hoteles?. luego dicen de la crisis
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