2009/10/05

ROLES GUERREROS

Acaba de morir Mercedes Sosa y en homenaje a ella pinchas en el ordenador un CD con sus canciones mientras escribes este artículo y en esto suena "Hermano", que comienza así:

“Hermano dame tu mano,
vamos juntos a buscar
una cosa pequeñita
que se llama libertad”

Es un tema que ilustra precisamente la idea contraria de la que vas a puntar, pero como para llegar a acuerdos, incluso con uno mismo, hay que ceder, así queda.

Aun reconociendo que no se llega a ninguna parte solo y que para las grandes empresas, e incluso para alguna mínima, es imprescindible la colaboración a veces de mucha gente, nunca te fueron demasiado los trabajos en equipo, salvo que los cometidos estuvieran tan delimitados que el equipo fuera poco más que la suma de unas labores individualidades perfectamente delimitadas.

Por eso no te van las decisiones asamblearias, ni para el ámbito laboral, ni para el familiar, ni siquiera para tomarse unos vinos. En estos casos, tiende a primar más el componente sensitivo que el puramente racional, aunque admitiendo que la parcela sensorial del ser humano es tan determinante como la racional, y que para ser feliz el peso excesivo de la razón es un estorbo.

Para avanzar y alcanzar pactos prefieres el cuerpo a cuerpo, encuentros a dos. Cuando cada parte está representada por una comisión, todos están obligados a jugar un papel o un papelón. Necesariamente habrá un jefe, aunque se llame coordinador. Sus subordinados (colaboradores, dicho sea en plan moderno) no le van a llevar la contraria. Habrá que esperar a que hable el jefe para que los demás sigan la pauta, no vaya un mindundi a soltar una idea que sea desautorizada por su superior por no habérsele ocurrido a él, y ahí se acabó la colaboración porque no habrá un segundo intento. Siguiendo la máxima de que para acometer un gran problema hay que fraccionarlo en pequeñas parcelas y atacar una a una y no en bloque, por lo mismo las entrevistas de uno en uno, que siempre es más factible la oportunidad de ceder y alcanzar pactos de caballeros que no se pasan a las actas.

La viñeta de Krahn en el MAGAZINE de este domingo ilustra perfectamente esa idea. Ahí van dos ejércitos a muerte, con sus capitanes a la cabeza. No se sabe cómo, los ejércitos desaparecieron y los líderes, pelillos a la mar, firman la paz echando un pitín.

¿Con quién nos quedamos, con Krahn o con Mercedes Sosa?

Buridán, como no podía ser de otra forma, duda.

1 comentario:

Karen Dinesen dijo...

A Mercedes no la pongo yo a competir.

En cuanto a la viñeta de Krahn...me da a mí qué pensar. ¿Qué paso con la soldadesca?...¿Están "fritos" en la ladera oculta? O desertaron sin más...
Más bien será lo primero.
Es lo que suele suceder. Mientras el peonaje militar va y la palma por la causa, los cargos directivos del Consejo de Administración de la Milicia, acaban resolviendo pactando, repartiendose intereses, estrechándose la mano y haciéndose la foto, dándole un nombre al tratado para encontrar sitio en la Historia de la Humanidad, como muestra irrefutable de nuestra capacidad para pactar.Suelen estar las partes formadas por una comisión.Más de uno la forman, porque, aunque pocos, quedan algunos. La mayoría quedaron en el camino.