2009/05/03

HABLAR DEL TIEMPO

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Crees recordar que en televisión, al menos cuanto reinaba la televisión única, asomaban de vez en cuando a la pantalla unos llamados locutores de continuidad. Estaban atentos a intervenir cuando por algún tipo de avería se interrumpía la emisión y venían a decir que, tranquilos, que no nos dejaban solos, que estaban pendientes y que no nos olvidaban.

Te entra la duda, y posiblemente más a tus lectores, si esta entrada que estás escribiendo no será una locución escrita de continuidad a falta de otra idea mejor.

¿De qué hablas cuando coincides en el ascensor con un vecino que ni sabes cómo se llama, ni si tiene hijos, ni si viven o no sus padres, ni siquiera sabes si felicitarle por el 2-6 del Barcelona o darle el pésame por el baño recibido por el Madrid? del tiempo, y deseando llegar cuanto antes al piso de destino. Puedes pensar que es un recurso contemporáneo, que en otros tiempos las conversaciones humanas versaban directamente sobre cuestiones metafísicas.

Con la cantidad de literatura de relumbrón que te queda por leer, te da por coger una obra de un autor menor, las “Cartas Marruecas” de José Cadalso, que no sabes ni cuando ni por qué llegaron a tus estanterías (desde luego después de 1996 a juzgar por el ISBN) y lees que nuestro protagonista coincide por el camino con un “caballerete de hasta 22 años, de buen porte y presencia. Llevaba un arrogante caballo, sus dos pistolas primorosas, calzón y ajustador de ante con muchas docenas de botones de planta…(…)Nos saludamos, como es regular, y preguntándole por el camino de tal parte, me respondió que estaba lejos de allí; que la noche estaba ya encima y dispuesta a tronar… (….). La conversación cayó, según costumbre, sobre el tiempo y cosas semejantes”.

Te preguntas si, ropajes al margen, cambiaron algo las conversaciones y las preocupaciones humanas. Aprovechas también para preguntarte quién decide que un autor y una obra sean caza mayor o caza menor.

3 comentarios:

Karen Dinesen dijo...

Luis Simón: yo creo que puede sacarse partida escribiendo a cualquier nimiedad, por vulgar o intranscendente que parezca. Lo que ocurre que (al menos a mí me pasa)no siempre sé hacerlo, o simplemente no sé hacerlo. A secas.Si cuentas algo interesante en sí mismo, estupendo. Pero su cuentas bien cualquier cosa de menos interés, también estupendo.Coincido en que muchos de los auténticos problemas y las inquietudes humanas de fondo son las mismas bajo el sol a pesar del paso del tiempo. Por eso ya está casi todo dicho. Pero hay formas de decirlo. Yo disfruto leyendo como me describen un paisaje que veo todos los días, si lo cuentan bien. Puedo leerlo una y otra vez. Como escucho varias veces las composiciones musicales que me gustan. Voy a cortar que me estoy enrollando.
En síntesis: yo me hago, con frecuencia, exactamente las mismas preguntas que tú te planteas en el parrafo que cierra tu saludable entrada de hoy.
Salud.

Alipio dijo...

Pues mi impresión es que hasta eso se esta perdiendo. Estoy de acuerdo, cómo no, en que el tiempo es un tema muy socorrido para los que ya hemos pasado la primera juventud.

Pero si el compañero de viaje, sea ascensor, tren o fila esperando para renovar el DNI, es joven, difícilmente escucharás algo más que monosílabos y sonidos guturales de dificil comprensión. Nunca he tenido claro si es por costumbre, incultura o escasez de neuronas operativas. Pero es lo que hay.

Saludos
Alipio

Anónimo dijo...

Me qurido Simon, esto es como la bicicleta, si no aprendes a manegarla nunca sabras andar en bici, si has aprendido y luego no continuas, sabras pero costara un tiempo.... Pues bien lo de la conversación es igual, los de nuestra generación hablamos y mas o menos sabiamos mantener una conversación, los mas antiguos mas que nosotros y los contemporaneos ni "pun". Por tanto los viejos saben mantener una conversación, nosotros hemos perdido la practica pero quien tuvo retuvo y los , modernos han perdido definitivamente el "tren". Feliz día de la madre