2024/12/24

CUENTO FERROVIARIO DE NAVIDAD CON TRINÉFILOS

 (Este es un cuento diferente. No puede faltar un tren, pero, sobre todo, aparecen palabras  de mi nieto, y de su madre cuando tenía más o menos la misma edad. Se explica el significado en el vocabulario que se acompaña). 

Resultó sorprendente que el boico* del día, en el habitual apartado de agenda y actos previstos, no informara de aquel acontecimiento excepcional, que merecía, cuando menos, unas líneas por telegráficas que fueran. Tampoco en aladio* se oyó nada, y eso que en todas las emisoras se oían villancicos a sin cesar, sobre todo ese simpático burrito sabanero, que empuja a bailar incluso al más patoso de los humanos. A lo mejor nadie sabía nada y fue una desconcertante sorpresa.

Ya estaban encima las navidades y en la plaza principal de la ciudad, la plaza de la catelán*, no se atisbaban visos del tradicional nacimiento, ni del árbol, ni colgaba adorno navideño alguno, cuando de pronto surca el cielo un avión de tonos grises que volaba no muy alto. Su estela blanca rompía la monotonía azul. El niño pelirrojo parecía tener un radar para detectar los aviones en el cielo y aunque estaba concentrado balanceándose en los papayos *, miró un momento hacia arriba y exclamó:

  • ¡Hala, qué alón* más grrrrande!

Como el niño no perdía de vista el avión, vio abrirse una compuerta y salir de ella un hetitoro* de color rojo chillón que comienza a perder altura hasta aterrizar en la plaza, junto a la estación del ferrocarril.  El niño torió* hasta llegar muy cerca de él, pero guardó una distancia prudencial porque aquel artilugio metía mucho hiro* con esa especie de titilador* que llevaba en el techo y tutaba* al nenín. 

Las hélices fueron perdiendo velocidad hasta pararse por completo. En ese momento se abrió una puertecilla y por una especie de vía con dos carriles se deslizaron dos paquetes, uno de ellos alargado y no muy grande, pero el otro descomunal, del que salían unos ruidos y unos olores extraños.

Primero se autodesembaló uno, el más alargado. Era un árbol de Navidad que nada más asentarse en las losetas, comenzó a ganar altura hasta alcanzar unas dimensiones considerables. En el picaracho lucía una estrella azul. Cintas de colores envolvían las hojas. Multitud de bolas de colores se fueron insertando en las ramas y, finalmente, las consabidas luces intermitentes que entiende pipaga* daban alegría a la plaza. 

El otro envoltorio se fue abriendo hasta tomar la forma de un enorme pesebre, en el que se posó un ángel anunciador que, con los toques de su tropenta*, avisaba de algún acontecimiento necesariamente excepcional. En el pesebre, entre pajas, dormía un niño muy cachetín*, al que un padre barbudo y una madre casi niña miraban embelesados, a la par que una mula y un buey, de docilidad excepcional, le daban calor.  Algunos animalinos se acercaban atraídos por el calor, como uno atinos* pintos, que miagaban sin parar poniendo en riesgo el sueño del niño. 

Una malvada bruja, emparentada con el rey Herodes, pretendió que le dejaran acunar al niño: 

  • Déjame coger el niño, que soy buena.
  • Mena pieta*, se oyó decir, por lo que marchó desaforada. 

La luz de una falora* permitió comprobar que la bruja toría* muto*, tanto que, en su huida tropezó con unos contenedores de la batura*, por lo que su aspecto resultó todavía más repelente. Unos pastores que se acercaban al portal la vieron adecentarse, dentro de lo que cabe, en una juente* cercana. 

En esto sonaron doce campanadas en el liló*de la estación, que fue la señal para que el tren de la Navidad partiera con sus vagones cargados de juguetes y de lilinos* para repartir entre los niños de todo el mundo. La máquina a través de la pichinea* echaba humo de variados colores, y así anunciaba su llegada a las estaciones. 

Y así ababó* este cuento ferroviario al que se asomaron extraños trinéfilos*. 

 

Luis Simón Albalá Álvarez 

sipiluchi.blogspot.com.es

Diciembre de 2024

3 comentarios:

PILAR DIEZ dijo...

Me encanta Luchi, le añade un toque entrañable con ese lenguaje.Gracias!!! Y Felices Fiestas!!! Besos a toda la familia

perico los palotes dijo...

Yes un artista!

Anónimo dijo...

Enternecedor, esa lengua de trapo de Los neños ye de lo meyor. Bon Nadal, Luis