2018/08/07

LA OLA DE CALOR

Con esta entrada rompes en parte el lema del subtítulo de este blog, que promete no bajar a detalles demasiado íntimos.

Hablar del tiempo lo asumes como una cortesía de mínimos cuando no hay más remedio, pero lo rehuyes por vacío. A veces no surge otra materia de conversación y la alternativa es un incomodante silencio.

Si no te gusta para hablar, tampoco te gusta para quejarte. El tiempo-clima es el que es y hay que asumirlo sin aspavientos cuando toca. Para calor el que se pasa yendo a la hierba.

En lejanas épocas, uno de tus mejores amigos (el mejor alguna vez) puso fin al matrimonio porque su reciente esposa desde unos meses (previo noviazgo de diez años) había comprado un ventilador para sobrevivir a otra ola de calor. Hará de esto unos treinta años: esta ola no es la primera en la historia.

Algún lustro más allá, tú mismo decidiste romper con un amor (aquí va el inaudito e inédito toque personal o íntimo) porque el uno o el dos de enero inició la conversación quejándose del frío reinante.

Quizá en uno y otro caso, el clima dio el empujón final a unos amores ya maltrechos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

El calor se combate con olas. Lo del ventilador es un solución de compromiso. Es posible que el calor enfríe las relaciones. Pero parece ser que el invierno tampoco las calienta. Las buenas relaciones deben sobrevivir a los sofocos y a las gélidas temperaturas. El frío siempre es una buena disculpa para achucharse cariñosamente. Lo del matrimonio es una conveniencia social que muchas veces no resulta conveniente.
Hoy no se sabe soportar ni el calor, ni el frío, ni una relación íntima de pareja. No se tiene sufrencia. A veces no se tiene un buen climatizador, ni un buen amor con el que compartir las inclemencias del tiempo.